Pero mi mente quedó a oscuras . El zumbido en el interior de la cabeza llegó al límite y me precipité en las aguas . Lo último que recuerdo fueron unos finísimos císculos de luz , concéntricos , que brillaban en la negrura de mi conciencia (?) . Y en mitad de los círculos , la imagen de Jaiá , llorando e implorando :
<< ¡ No vayas ! ... ¡ He tenido un sueño ! ... ¡ No vayas ! >>
Es posible que fueran las siete de la mañana de aquel viernes , 9 de noviembre del año 25 . A partir de esos momentos , y por espacio de cinco semanas , no supe quién era , ni dónde me hallaba , ni por qué . Lo que he reconstruido de ese tiempo negro y terrible se debe a las informaciones que recabé a partir del domingo , 16 de diciembre , cuando el Destino me permitió recuperar mi identidad .
Las sombras que vi saltar al Firán eran mis amigos , los feleh de Salem y Mehola . Ellos me descubrieron cuando avanzaba , entre caídas , por el torrente . Ellos atraparon el cayado y cargaron el cuerpo desmayado de este explorador en uno de sus onagros , traladándome de inmediato a la casa de Abá Saúl , en la referida aldea de Salem. Fue el solícito y providencial Sa ´ah , << Tiempo corto >> , quien me salvó la vida ...
Y fueron también los ancianos Saúl Y Jaiá , su esposa , quienes se hicieron cargo de este malrecho y , sobre todo , desamparado explorador . Todos contribuyeron - ¡ y de qué forma ! - para que pudiera mantenerme vivo . Al comprender lo sucedido , al deducir que había perdido la memoria declarativa ( la conserva los recuerdos a corto y largo plazo ), el terror aún fue mayor . ¿Qué habría sido de mi si la amnesia se hubiera presentado en plena búsqueda del Anunciador ? ¿ Dónde habría ido a parar ?
Necesité tres días para recuperar el conocimiento . La gente de Salem no supo qué hacer . Al depertar , mis queridos anfitriones me colmaron de cariño . Yo , sin embargo , reaccioné asustado . No sabía quiénes eran Saúl y Jaiá . Por más que me hablaron y explicaron , no supe qué lugar era aquél , ni por qué me encontraba allí . Pero lo más dramático es que , en esos treinta y seis días , no alcancé a descubrir una sola pista sobre mi personalidad , mi familia y mi trabajo . No supe quién era Jesús de Nazaret , ni tampoco Eliseo , ni Jasón de Tesalónica ...
Me hallaba total y absolutamente desorientado , tanto en el tiempo como en el espacio .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
<< ¡ No vayas ! ... ¡ He tenido un sueño ! ... ¡ No vayas ! >>
Es posible que fueran las siete de la mañana de aquel viernes , 9 de noviembre del año 25 . A partir de esos momentos , y por espacio de cinco semanas , no supe quién era , ni dónde me hallaba , ni por qué . Lo que he reconstruido de ese tiempo negro y terrible se debe a las informaciones que recabé a partir del domingo , 16 de diciembre , cuando el Destino me permitió recuperar mi identidad .
Las sombras que vi saltar al Firán eran mis amigos , los feleh de Salem y Mehola . Ellos me descubrieron cuando avanzaba , entre caídas , por el torrente . Ellos atraparon el cayado y cargaron el cuerpo desmayado de este explorador en uno de sus onagros , traladándome de inmediato a la casa de Abá Saúl , en la referida aldea de Salem. Fue el solícito y providencial Sa ´ah , << Tiempo corto >> , quien me salvó la vida ...
Y fueron también los ancianos Saúl Y Jaiá , su esposa , quienes se hicieron cargo de este malrecho y , sobre todo , desamparado explorador . Todos contribuyeron - ¡ y de qué forma ! - para que pudiera mantenerme vivo . Al comprender lo sucedido , al deducir que había perdido la memoria declarativa ( la conserva los recuerdos a corto y largo plazo ), el terror aún fue mayor . ¿Qué habría sido de mi si la amnesia se hubiera presentado en plena búsqueda del Anunciador ? ¿ Dónde habría ido a parar ?
Necesité tres días para recuperar el conocimiento . La gente de Salem no supo qué hacer . Al depertar , mis queridos anfitriones me colmaron de cariño . Yo , sin embargo , reaccioné asustado . No sabía quiénes eran Saúl y Jaiá . Por más que me hablaron y explicaron , no supe qué lugar era aquél , ni por qué me encontraba allí . Pero lo más dramático es que , en esos treinta y seis días , no alcancé a descubrir una sola pista sobre mi personalidad , mi familia y mi trabajo . No supe quién era Jesús de Nazaret , ni tampoco Eliseo , ni Jasón de Tesalónica ...
Me hallaba total y absolutamente desorientado , tanto en el tiempo como en el espacio .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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