Toda la franja norte y noroesre de la ciudad prenentaba una extraordinaria abundancia de huertos y plantaciones de árboles frutales . Al sur y sureste - especialmente en la masa del Ilivere - eran mucho más frecuentes los olivares , destacando aquí y allá alineaciones de viñedos . Éstos crecían sobre todo en la colina occidental del valle del Cedrón y , más exactamente , al sur de la explanada del templo .
Como detalle curioso diré que nuestros dispositivos detectaron al suroeste de la ciudad un pequeño núcleo urbano ( luego supimos que se trataba de la aldea de Erebinthon ), en cuyo entorno crecían amplias plantaciones de garbanzos .
Un camino porvoriento rodeaba la cara oriental del monte de los Olivos , uniendo los poblados de Betfagé y Betania con Jerusalén . Los aledaños de estas aldeas se veían igualmente cuajados de palmeras , higueras y sicomoros . En mitad de aquel espléndido vergel nos llamó la atención la sequedad del citado torrente del Cedrón y , concretamente , un débil hilo de agua roja que brotaba al fondo del talud que se derrama bajo las murallas y a escasa distancia del no menos célebre panáculo del Templo . ( En una de mis incursiones al interior de la ciudad santa tendría la ocasión de desentrañar el misterio de aquel hilo de agua roja )
Antes de proceder al descenso definitivo sobre la cumbre del Olivete , mi compañero y yo terminamos las mediciones topográficas . Algunos de estos cálculos , sinceramente , desbordaron nuestra capacidad de asombro.
Las medidas del Templo eran portentosas.
Autor J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Como detalle curioso diré que nuestros dispositivos detectaron al suroeste de la ciudad un pequeño núcleo urbano ( luego supimos que se trataba de la aldea de Erebinthon ), en cuyo entorno crecían amplias plantaciones de garbanzos .
Un camino porvoriento rodeaba la cara oriental del monte de los Olivos , uniendo los poblados de Betfagé y Betania con Jerusalén . Los aledaños de estas aldeas se veían igualmente cuajados de palmeras , higueras y sicomoros . En mitad de aquel espléndido vergel nos llamó la atención la sequedad del citado torrente del Cedrón y , concretamente , un débil hilo de agua roja que brotaba al fondo del talud que se derrama bajo las murallas y a escasa distancia del no menos célebre panáculo del Templo . ( En una de mis incursiones al interior de la ciudad santa tendría la ocasión de desentrañar el misterio de aquel hilo de agua roja )
Antes de proceder al descenso definitivo sobre la cumbre del Olivete , mi compañero y yo terminamos las mediciones topográficas . Algunos de estos cálculos , sinceramente , desbordaron nuestra capacidad de asombro.
Las medidas del Templo eran portentosas.
Autor J.J.benitez
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