Eliseo , con su habitual sentido práctico , hizo de abogado del Diablo : ¿ por qué tenían que dar trabajo a dos extranjeros que , además , carecían de experiencia en la construcción de barcos ?
Tenía razón , pero ¿ qué otra cosa podíamos hacer ? ¿ Esperar cruzados de brazos en Nahum a que regresase a su hogar ?
Ambos rechazamos esta posibilidad . No lo hubiéramos resistido . Había que probar . Contábamos , además , con la recomendación - o supuesta recomendación - de Santiago y del propio Jesús . Respecto a la amistad con el jefe del varadero , el Zebedeo , era mejor olvidarla . Él me conoció en el año 30 . Ahora estábamos en el 25 . Si nos encontrábamos , para el sería la primera vez.
Así lo decidimos . Nuestra misión era seguirlo y dar testimonio de su vida y de sus palabras . Estaríamos donde Él estuviese . No importaba cómo ...
Cruzamos el muelle y , por prudencia , aunque recordaba el lugar donde se levantaba el astillero , interrogué a los am-ha-arez ( << escoria del pueblo >> , según los ortodosos de la ley ) que cargaban y descargaban las embarcaciones en el puerto . Señalaron hacia el este , al final del muelle .
El varadero , en efecto , se hallaba junto al río Korazín , pero , ante mi sorpresa , no se trataba del solar que yo visité en la primera oportunidad , en compañía de Jonás , el afable felah que me acompañó en aquellas fechas . Aquel astillero era de regulares dimensiones . El El que ahora teníamos a la vista era mucho más grande . ¿ Qué había sucedido ?
Descendimos los peldaños de piedra que conducían desde el muelle a la orilla del yam y caminamos sobre la alfombra de guijarros blancos y negros que cubría aquella zona de la costa .
Al principio , como es natural , todo fue confusión . Sobre una larga franja de terreno , entre el pueblo y el río que desembocaba en el lago , se alzaba el próspero astillero de los Zebedeo . Como digo , para nosotros , al principio , una confusa mezcolanza de barcos a medio construir , pabellones de madera , altas pilas de troncos , fosos , herramientas , golpeteo de martillos y hombres por doquier , semidesnudos o cubiertos con mandiles de cuero negro y brillante .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Tenía razón , pero ¿ qué otra cosa podíamos hacer ? ¿ Esperar cruzados de brazos en Nahum a que regresase a su hogar ?
Ambos rechazamos esta posibilidad . No lo hubiéramos resistido . Había que probar . Contábamos , además , con la recomendación - o supuesta recomendación - de Santiago y del propio Jesús . Respecto a la amistad con el jefe del varadero , el Zebedeo , era mejor olvidarla . Él me conoció en el año 30 . Ahora estábamos en el 25 . Si nos encontrábamos , para el sería la primera vez.
Así lo decidimos . Nuestra misión era seguirlo y dar testimonio de su vida y de sus palabras . Estaríamos donde Él estuviese . No importaba cómo ...
Cruzamos el muelle y , por prudencia , aunque recordaba el lugar donde se levantaba el astillero , interrogué a los am-ha-arez ( << escoria del pueblo >> , según los ortodosos de la ley ) que cargaban y descargaban las embarcaciones en el puerto . Señalaron hacia el este , al final del muelle .
El varadero , en efecto , se hallaba junto al río Korazín , pero , ante mi sorpresa , no se trataba del solar que yo visité en la primera oportunidad , en compañía de Jonás , el afable felah que me acompañó en aquellas fechas . Aquel astillero era de regulares dimensiones . El El que ahora teníamos a la vista era mucho más grande . ¿ Qué había sucedido ?
Descendimos los peldaños de piedra que conducían desde el muelle a la orilla del yam y caminamos sobre la alfombra de guijarros blancos y negros que cubría aquella zona de la costa .
Al principio , como es natural , todo fue confusión . Sobre una larga franja de terreno , entre el pueblo y el río que desembocaba en el lago , se alzaba el próspero astillero de los Zebedeo . Como digo , para nosotros , al principio , una confusa mezcolanza de barcos a medio construir , pabellones de madera , altas pilas de troncos , fosos , herramientas , golpeteo de martillos y hombres por doquier , semidesnudos o cubiertos con mandiles de cuero negro y brillante .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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