Del domingo , 2 de septiembre , al sábado , 8 , la estancia en las cumbres del Hermón experimentó un interesante cambio . Interesante para estos exploradores , claro está ...
Jesús continuó con sus habituales retiros , pero , en tres de aquellas jornadas , tuvimos la fortuna de acompañarlo . Ocurrió el lunes , 3 de septiembre , y los dos últimos días de la referida semana : el viernes y el sábado .
El Hijo del Hombre , sencillamente , nos pidió que le siguieramos .
En esos momentos - lo confieso - no reparé en la sutileza de semejante ruego . Ahora creo entender el por qué ...
Pero vayamos por orden .
Un día antes de la primera exscursión , el domingo , 2 de septiembre , a la hora del cotidiano y relajante baño en las << cascadas , sucedió algo aparentemente sin mayor trascendencia . El pequeño incidente , sin embargo , me dejó pensativo . Días después , un suceso algo más grave y , en cierto modo de naturaleza similar , me animaría a romper el silencio y a plantear al Maestro otro no menos intrigante asunto : ¿ qué ocurriría con la seguridad física de aquel Hombre - Dios ? ¿ Se hallaba indefenso , al igual que el resto de los mortales ? ¿ Podía ser herido ? ¿ Cómo influía su naturaleza divina frente al normal devenir de enfermedades , accidentes , etc . ?
Esa tarde del domingo , como digo , mientras Jesús de Nazaret nadaba y se divertía , surgió algo imprevisto .
De pronto le oímos gemir . Se aferró a una de las rocas e intentó alcanzar la espalda con la mano izquierda . Eliseo y yo acudimos veloces . El rabí , con el rostro tenso , acusaba un intenso dolor . Sus dedos buscaban afanosamente el centro de la columna vertebral . Y al instante comprendí ...
Sobre las aguas , zumbando , se alejaba una mosca enorme , de unos 20 milímetros , de color amarillento arenoso , relativamente similar a las avispas . Era una mosca depredadora , las más grandes de Palestina y que , debido a su tamaño y ferocidad , eran conocidas como << Satanás >> ( las actuales Satanas gigas ). Supongo que por casualidad (?) fue a topar con el cuerpo del Galileo , anclándose a la piel con sus uñas curvas , poderosas como garfios . Y con la pequeña y gruesa trompa le inyectó el veneno
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Jesús continuó con sus habituales retiros , pero , en tres de aquellas jornadas , tuvimos la fortuna de acompañarlo . Ocurrió el lunes , 3 de septiembre , y los dos últimos días de la referida semana : el viernes y el sábado .
El Hijo del Hombre , sencillamente , nos pidió que le siguieramos .
En esos momentos - lo confieso - no reparé en la sutileza de semejante ruego . Ahora creo entender el por qué ...
Pero vayamos por orden .
Un día antes de la primera exscursión , el domingo , 2 de septiembre , a la hora del cotidiano y relajante baño en las << cascadas , sucedió algo aparentemente sin mayor trascendencia . El pequeño incidente , sin embargo , me dejó pensativo . Días después , un suceso algo más grave y , en cierto modo de naturaleza similar , me animaría a romper el silencio y a plantear al Maestro otro no menos intrigante asunto : ¿ qué ocurriría con la seguridad física de aquel Hombre - Dios ? ¿ Se hallaba indefenso , al igual que el resto de los mortales ? ¿ Podía ser herido ? ¿ Cómo influía su naturaleza divina frente al normal devenir de enfermedades , accidentes , etc . ?
Esa tarde del domingo , como digo , mientras Jesús de Nazaret nadaba y se divertía , surgió algo imprevisto .
De pronto le oímos gemir . Se aferró a una de las rocas e intentó alcanzar la espalda con la mano izquierda . Eliseo y yo acudimos veloces . El rabí , con el rostro tenso , acusaba un intenso dolor . Sus dedos buscaban afanosamente el centro de la columna vertebral . Y al instante comprendí ...
Sobre las aguas , zumbando , se alejaba una mosca enorme , de unos 20 milímetros , de color amarillento arenoso , relativamente similar a las avispas . Era una mosca depredadora , las más grandes de Palestina y que , debido a su tamaño y ferocidad , eran conocidas como << Satanás >> ( las actuales Satanas gigas ). Supongo que por casualidad (?) fue a topar con el cuerpo del Galileo , anclándose a la piel con sus uñas curvas , poderosas como garfios . Y con la pequeña y gruesa trompa le inyectó el veneno
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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