El del sofar se metió en el río y huyó entre una llevis de piedras . Sus compañeros , rescatando al atónito predicador de lo alto del pilón , desaparecieron igualmente aguas abajo , rumbo a la sófora .
En breve , la trifulca amainó . La gente se calmó , y los dieciocho , como una piña , permanecieron a distancia , en el agua y , a juzgar por los gestos , discutiendo qué hacer . Finalmente , persuadidos de que no era el momento para reanudar el sermón , dieron media vuelta y prosiguieron hacia la orilla en la que se recortaba el árbol de las vasijas.
Yo también estaba perplejo .
¿ Era éste el Anunciador ? ¿ Era aquel hombrecito la mítica figura del Bautista ?
Y del desconcierto pasé a una rabia sorda y progresiva . ¿ Por qué nos habíamos desviado del objetivo fundamental ? ¿ Para ser testigos de un fanático ?
Mi enojo no fue el único en aquella soleada mañana , junto al << vado de las Columnas >> . También los encargados de las parihuelas manifestaron su ira , pateando pateando las varas entre juramentos . Las razones , sin embargo , como tendría oportunidad de comprobar algún tiempo después , eran distintas de las mías ...
Y renegando de mi mala estrella , busqué el senderillo de tierra roja , dispuesto a despabilar a mi compañero . En cuanto fuera posible abandonaríamos aquel lugar . Ya había visto bastante . Con Belsa o sin Belsa , reanudariamos la marcha . Jesús sí merecía la pena ...
¡ Pobre idiota !
¿ Reanudar el camino hacia Jerusalén ? ¿ Cuándo aprenderé a no trazar planes más allá de treinta segundos ?
Todo se vino abajo ...
Al alcanzar el lugar en el que había dejado a mi hermano , sólo distinguí los sacos de viaje y el odre con el agua . Eliseo había desaparecido.
Me extrañó . El estado físico del ingeniero no era el más indicado para emprender una caminata . Además , acordamos que esperaría mi regreso ...
¿ Podría haber vuelto a Damiya ? ¿ Por qué ?
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En breve , la trifulca amainó . La gente se calmó , y los dieciocho , como una piña , permanecieron a distancia , en el agua y , a juzgar por los gestos , discutiendo qué hacer . Finalmente , persuadidos de que no era el momento para reanudar el sermón , dieron media vuelta y prosiguieron hacia la orilla en la que se recortaba el árbol de las vasijas.
Yo también estaba perplejo .
¿ Era éste el Anunciador ? ¿ Era aquel hombrecito la mítica figura del Bautista ?
Y del desconcierto pasé a una rabia sorda y progresiva . ¿ Por qué nos habíamos desviado del objetivo fundamental ? ¿ Para ser testigos de un fanático ?
Mi enojo no fue el único en aquella soleada mañana , junto al << vado de las Columnas >> . También los encargados de las parihuelas manifestaron su ira , pateando pateando las varas entre juramentos . Las razones , sin embargo , como tendría oportunidad de comprobar algún tiempo después , eran distintas de las mías ...
Y renegando de mi mala estrella , busqué el senderillo de tierra roja , dispuesto a despabilar a mi compañero . En cuanto fuera posible abandonaríamos aquel lugar . Ya había visto bastante . Con Belsa o sin Belsa , reanudariamos la marcha . Jesús sí merecía la pena ...
¡ Pobre idiota !
¿ Reanudar el camino hacia Jerusalén ? ¿ Cuándo aprenderé a no trazar planes más allá de treinta segundos ?
Todo se vino abajo ...
Al alcanzar el lugar en el que había dejado a mi hermano , sólo distinguí los sacos de viaje y el odre con el agua . Eliseo había desaparecido.
Me extrañó . El estado físico del ingeniero no era el más indicado para emprender una caminata . Además , acordamos que esperaría mi regreso ...
¿ Podría haber vuelto a Damiya ? ¿ Por qué ?
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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