El predicador empezó bien . La voz , débil i algo afeminada , llegaba hasta el grupo con dificultad , pero llegaba .
De vez en cuando miraba el trozo de vasija , tratando de recordar . El << ostracón >> , evidentemente , servía de referencia o chuleta .
Y en tono monocorde y aburrido - como el que recita de memoria -, fue enumerando decenas de alabanzas hacia Yavé , el Dios de los judíos .
- Ciudadela , refugio , salvador de mis enemigos , rescatador de las olas , lámpara que alumbra mis tinieblas , el Dios que me ciñe de fuerza , el camino ...
No tardé en reconocer el texto . El hombrecito recitaba uno de los pasajes del Libro Segundo de Samuel .
Y el discurso se prolongó , provocando el lógico cansancio entre los oyentes . El hombre estaba entregado y daba lo mejor de sí , pero no era suficiente . Y la gente , saturada ante tanto elogio , volvió a lo suyo . Los vendedores aprovecharon , y siguieron merodeando entre los acampados , ofreciendo a gritos las mercancias . El predicador , tras unos instantes de vacilación , intentó recuperar el control , levantando la voz y recreminando el desinterés de los allí congregados ...
¡ Yavé me recompensa conforme a mi justicia ! Pero ¿ y a vosotros ? ... ¿ Merecéis justicia ? ... ¡ Él me paga confoeme a la pureza de mis manos ! ... ¿ Y vosotros ? ... ¿ Estáis limpios ?
Uno de los judíos , mosdaz y deslenguado , contestó a las insinuaciones :
- ¡ Nosotros nos lavamos ! ... ¿ Y tú , piojoso ?
El desplante fue coreado por una risotada general y por otros improperios menos caritativos . Y se produjo el desastre .
Los hombres que rodeaban al predicador respondieron a los insultos , amenazando al gentío con los puños en alto . Y algunos de los acampados , furiosos , se fueron hacia el agua , tomaron guijarros y la emprendieron con el grupo . Yo tuve el tiempo justo de echarme a un lado .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
De vez en cuando miraba el trozo de vasija , tratando de recordar . El << ostracón >> , evidentemente , servía de referencia o chuleta .
Y en tono monocorde y aburrido - como el que recita de memoria -, fue enumerando decenas de alabanzas hacia Yavé , el Dios de los judíos .
- Ciudadela , refugio , salvador de mis enemigos , rescatador de las olas , lámpara que alumbra mis tinieblas , el Dios que me ciñe de fuerza , el camino ...
No tardé en reconocer el texto . El hombrecito recitaba uno de los pasajes del Libro Segundo de Samuel .
Y el discurso se prolongó , provocando el lógico cansancio entre los oyentes . El hombre estaba entregado y daba lo mejor de sí , pero no era suficiente . Y la gente , saturada ante tanto elogio , volvió a lo suyo . Los vendedores aprovecharon , y siguieron merodeando entre los acampados , ofreciendo a gritos las mercancias . El predicador , tras unos instantes de vacilación , intentó recuperar el control , levantando la voz y recreminando el desinterés de los allí congregados ...
¡ Yavé me recompensa conforme a mi justicia ! Pero ¿ y a vosotros ? ... ¿ Merecéis justicia ? ... ¡ Él me paga confoeme a la pureza de mis manos ! ... ¿ Y vosotros ? ... ¿ Estáis limpios ?
Uno de los judíos , mosdaz y deslenguado , contestó a las insinuaciones :
- ¡ Nosotros nos lavamos ! ... ¿ Y tú , piojoso ?
El desplante fue coreado por una risotada general y por otros improperios menos caritativos . Y se produjo el desastre .
Los hombres que rodeaban al predicador respondieron a los insultos , amenazando al gentío con los puños en alto . Y algunos de los acampados , furiosos , se fueron hacia el agua , tomaron guijarros y la emprendieron con el grupo . Yo tuve el tiempo justo de echarme a un lado .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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