lunes, 5 de diciembre de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 7 - 26 de setiembre , miércoles ( 3 )

Al retirarse , me entregó un cuenco de madera con un puñado de hojas triangulares , de un olor repelemte . No debía preocuparme . Las había recolectado esa misma mañana . La llamaban << higuera loca >> , Al retornar a la << cuna >> m supe que se trataba del estramonio , una solanácea de la familia de la belladona , con interesantes principios activos ( tanino , atropina y escopolamina , entre otros alcaloides ) . Funcionaba muy bien como sedante .
Y Eliseo , efectivamente , tras proporcionarle la infusión , entró en un profundo sueño .
Y yo me reproché mi ineptitud . ¿ Por qué no lo había retenido ? ¿ Por que no lo interrogué ? ¿ Era o no era Yehohanan . el Anunciador ?
Poco faltó para que cruzara los escasos metros que separaban nuestra cabaña de la sófora ...
<< Algo >> singular , que no pude definir en esos instantes , me retuvo junto al enfermo . Fui un perfecto idiota . Kesil lo sabía y yo no reparé en ello ...
Ese miércoles , los cronómetros de la nave marcaron la salida del sol a las 5 horas , 22 minutos y 23 segundos ( TU ) El ocaso lunar , por su parte , se registró a las 6 horas , 44 minutos y 59 segundos . El alba , por tanto , jugó a perseguir a la luna  llena por espacio de una hora y veintidós minutos . Ése fue el tiempo que permaneció a la vista . Cuando la luna huyó entre la espesura , él también se alejo...
Con el paso del tiempo comprendí .
Pero es mejor que me ajuste a los hechos , tal y como se registraron.
Esperé al amanecer . Necesitaba asearme y despejar mi mente . Era la segunda noche en vela ...
Eliseo , más tranquilo , quedó al cuidado de Kesil . Y quien esto escribe caminó hacia la << playa >> de los guijarros blancos . Casi todos dormian .
Me despojé de la túica , del saq y de las sandalias , y me introduje en las tibias aguas del Yaboq. El río , claro y manso , me alivió . Y durante unos minutos nadé hacia el centro , en busca de la primera de las pilastras del antiguo puente . Al llegar , por pura curiosidad , rodeé los restos del pilón y verifiqué lo que había intuido . Se trataba de una muy antigua base de piedra blanca , caliza , que en su día sirvió para sostener las bóvedas de un puente . Apenas sobresalía treinta o cuarenta centímetros del agua .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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