Acepté . Deduje que se trataba de un pícaro ; otro de los muchos que frecuentaban las aglomeraciones o las puertas de las ciudades , provocando la compasión del prójimo . Sí y no ...
Olvidé al rufián y procedí a una última inspección de los allí reunidos . Algo , en el fondo del corazón , me dijo que la búsqueda era tan inútil como las anteriores . Pero no me rendí . Jesús de Nazaret tenía que estar en alguna parte ...
Dos de los vendedores se acercaron a la orilla del agua y descargaron media docena de parihuelas , ordenándolas con minuciosidad . Las varas fueron dispuestas a un metro del río y las plataformas , de cuero , cepilladas y aseadas escrupulosamente . Y me pregunté : ¿ quién podía necesitar las << camillas >> ? ¿ Las vendían o las alquilaban ?
Finalmente me rendí .
El Maestro no se hallaba en el vado . Por supuesto , nadie supo darme razón . Nadie savía a quién me refería .
Y , decepcionado , caminé entre los grupos dispuestos a regresar junto al ingeniero .
No lograba entender lo sucedido . ¿ Cómo era posible que no hubiéramos encontrado ? Eliseo y yo habiámos caminado sin descanso . Aquélla - la del Jordán - era la senda << habitual >> hacia la Ciudad Santa . ¿ Dónde estaba el error ? ¿ Podría haber tomado otro camino ? ¿ Quizá por la Samaria ?
Y ahora qué ...
No tuve oportunidad de atormentarme con nuevas dudas . Un sonido bronco y cavernoso me hizo volver el rostro hacia el agua .
Los hombres del guilgal aparecían ahora en la << playa >> . Uno de ellos hacía sonar un cuerno de carnero , el sofar . Y recordé las palabras del hombrecito al interrogarlo sobre Yehohanan : << Tendrás que esperar el toque del sofar , como todos . >>
El grupo se sdentró en las aguas y fue aproximándose a la pilastra más cercana . Sólo el del cuerno continuó en la << playa >> , reclamando la atención con un segundo y prolongado toque .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Olvidé al rufián y procedí a una última inspección de los allí reunidos . Algo , en el fondo del corazón , me dijo que la búsqueda era tan inútil como las anteriores . Pero no me rendí . Jesús de Nazaret tenía que estar en alguna parte ...
Dos de los vendedores se acercaron a la orilla del agua y descargaron media docena de parihuelas , ordenándolas con minuciosidad . Las varas fueron dispuestas a un metro del río y las plataformas , de cuero , cepilladas y aseadas escrupulosamente . Y me pregunté : ¿ quién podía necesitar las << camillas >> ? ¿ Las vendían o las alquilaban ?
Finalmente me rendí .
El Maestro no se hallaba en el vado . Por supuesto , nadie supo darme razón . Nadie savía a quién me refería .
Y , decepcionado , caminé entre los grupos dispuestos a regresar junto al ingeniero .
No lograba entender lo sucedido . ¿ Cómo era posible que no hubiéramos encontrado ? Eliseo y yo habiámos caminado sin descanso . Aquélla - la del Jordán - era la senda << habitual >> hacia la Ciudad Santa . ¿ Dónde estaba el error ? ¿ Podría haber tomado otro camino ? ¿ Quizá por la Samaria ?
Y ahora qué ...
No tuve oportunidad de atormentarme con nuevas dudas . Un sonido bronco y cavernoso me hizo volver el rostro hacia el agua .
Los hombres del guilgal aparecían ahora en la << playa >> . Uno de ellos hacía sonar un cuerno de carnero , el sofar . Y recordé las palabras del hombrecito al interrogarlo sobre Yehohanan : << Tendrás que esperar el toque del sofar , como todos . >>
El grupo se sdentró en las aguas y fue aproximándose a la pilastra más cercana . Sólo el del cuerno continuó en la << playa >> , reclamando la atención con un segundo y prolongado toque .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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