Si se había adueñado de las sandalias , también cabía pensar que hubiera hecho otro tanto con la bolsa de hule . Al menos con los apetecibles denarios .
Tiré de la hagorah - la faja en la que era costumbre esconder armas y dinero -, pero la hallé vacía . Tampoco tuve suerteen el siguiente y nervioso cacheo .
Y no deseando tentar la fortuna con el registro del saduceo , decepcionado , elegí abandonar el lugar . Y la Providencia me iluminó . Porque , nada más cruzar el zaguán , me salió al encuentro la figura de David , el sirviente . Preocupado por mi tardanza , volvió sobre sus pasos . Y valientemente , desafiando el peligro , parecía dispuesto a entrar de nuevo en la casa , prestándome ayuda una vez más . Le tranquilice como pude , excusándome en una verdad a medias . Mostré las sandalias , explicando que el tal Judá había necesitado de << ciertos argumentos >> para comprender que debía restituirlas a su verdadero dueño .
Guardó silencio y , visiblemente preocupado , mirando atrás una y otra vez , rogó que nos alejaramos lo antes posible de la guarida de la víbora .
E impaciente por despejar los puntos oscuros de su rescate y , como no , de la presencia del Zebedeo en la gruta , le abordé sin tapujos mientras me dejaba guiar por el embarrado terreno hacia el laberinto de la aldea.
Así fue cómo recompuse la definitiva explicación a la oportuna llegada de Santiago y su gente al cubil del jefe del consejo . Una explicación bastante sencilla , teniendo en cuenta el cúmulo de antecedentes.
De acuerdo con lo narrado por el criado , nada más producirse nuestro encierro , al deslenguado Judá le faltó tiempo para propalar la << hazaña >> de su amo y señor . Y con la inestimable ayuda de un par de jarras de vino , toda la posada del << rana >> terminó conociendo los pormenores de la historia . Y Débora la << burrita >> , al tanto de mi entrevista con Ismael , se apresuró a presentarse en el hogar de la Señora , informando de lo ocurrido .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Tiré de la hagorah - la faja en la que era costumbre esconder armas y dinero -, pero la hallé vacía . Tampoco tuve suerteen el siguiente y nervioso cacheo .
Y no deseando tentar la fortuna con el registro del saduceo , decepcionado , elegí abandonar el lugar . Y la Providencia me iluminó . Porque , nada más cruzar el zaguán , me salió al encuentro la figura de David , el sirviente . Preocupado por mi tardanza , volvió sobre sus pasos . Y valientemente , desafiando el peligro , parecía dispuesto a entrar de nuevo en la casa , prestándome ayuda una vez más . Le tranquilice como pude , excusándome en una verdad a medias . Mostré las sandalias , explicando que el tal Judá había necesitado de << ciertos argumentos >> para comprender que debía restituirlas a su verdadero dueño .
Guardó silencio y , visiblemente preocupado , mirando atrás una y otra vez , rogó que nos alejaramos lo antes posible de la guarida de la víbora .
E impaciente por despejar los puntos oscuros de su rescate y , como no , de la presencia del Zebedeo en la gruta , le abordé sin tapujos mientras me dejaba guiar por el embarrado terreno hacia el laberinto de la aldea.
Así fue cómo recompuse la definitiva explicación a la oportuna llegada de Santiago y su gente al cubil del jefe del consejo . Una explicación bastante sencilla , teniendo en cuenta el cúmulo de antecedentes.
De acuerdo con lo narrado por el criado , nada más producirse nuestro encierro , al deslenguado Judá le faltó tiempo para propalar la << hazaña >> de su amo y señor . Y con la inestimable ayuda de un par de jarras de vino , toda la posada del << rana >> terminó conociendo los pormenores de la historia . Y Débora la << burrita >> , al tanto de mi entrevista con Ismael , se apresuró a presentarse en el hogar de la Señora , informando de lo ocurrido .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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