Ultimada una primera y elemental cura de urgencia - a base de suaves compresiones con un pequeño lienzo - solicité de Ruth algo más complejo y comprometido : nieve o en su defecto , agua fría y algunas porciones de << meliloto >> o << caléndula >> . Cualquiera de estas plantas - muy abundantes en la región - podía sustituir , con cierto exito , a nuestros actuales antiinflamatorios .
La pelirroja dudó . Las plantas medicinales - siguiendo las orientaciones de la propia SEñora - no eran difíciles de localizar . El problema lo constituyó la nieve . Y muy a mi pesar , la familia , congregada a nuestro alrededor y atenta a cada uno de mis movimientos , se enfrascó en una nueva y ácida discusión . Me arrepentí de haber mencionado el dichoso hielo . Un << lujo >> de aquellas características - transportado generalmente desde las cumbres del Hermón - sólo podía hallarse , con suerte , en la surtida despensa del saduceo o en la no menos peligrosa guarida de Heqet , el posadero . Traté de mediar en la cuestión , argumentando que los lienzos podían ser empapados en agua fresca o a la temperatura ambiente . Fue inútil . Miriam , deseando lo mejor para su madre , se hizo con la voluntad general , planificando la búsquedad . Ruth bajaría al pueblo y regresaría con las plantas . En cuanto a la nieve , el litigio , para sorpresa de los hombres , pasó a la órbita femenina . Esta y Miriam darían los pasos oportunos . La resuenta decisión de la hija mayor , calco casi perfecto de la Señora , dejó sin armas a los galileos . Uno y otro sabían de las << malas pulgas >> y de la audacia de la mujer . Y estimando que la petición de un puñado de nieve no tenía por qué significar una batalla campal cedieron inteligentemente . Y las tres abandonaron la casa . Por su parte , Jacobo y Santiago , obedeciendo a Rebeca , reunieron a la revoltosa prole , haciéndola desfilar hacia el patio . El ocaso no tardaría en pregonar sombras y María , previsora , intuyendo una noche larga y cuajada , recomendó a sus hijos que fueran organizando las cenas de los más pequeños . Y quien esto escribe lamentó no disponer de su << farmacia de campaña >>. Una dosis de cualquiera de los analgesicos hubiera aliviado sus dolores y , sobre todo , habría evitado aquel inquietante éxodo . Ojalá mi voluntario error no fuera causa de males mayores . Y la Señora , extrañamente sumisa , acató - de momento - la orden del << entrometido griego >> ; reposo absoluto . Su lengua , en cambio , no tardó en zascandilear . Y su pregunta - recta como su corazón - volvió a enredarme.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La pelirroja dudó . Las plantas medicinales - siguiendo las orientaciones de la propia SEñora - no eran difíciles de localizar . El problema lo constituyó la nieve . Y muy a mi pesar , la familia , congregada a nuestro alrededor y atenta a cada uno de mis movimientos , se enfrascó en una nueva y ácida discusión . Me arrepentí de haber mencionado el dichoso hielo . Un << lujo >> de aquellas características - transportado generalmente desde las cumbres del Hermón - sólo podía hallarse , con suerte , en la surtida despensa del saduceo o en la no menos peligrosa guarida de Heqet , el posadero . Traté de mediar en la cuestión , argumentando que los lienzos podían ser empapados en agua fresca o a la temperatura ambiente . Fue inútil . Miriam , deseando lo mejor para su madre , se hizo con la voluntad general , planificando la búsquedad . Ruth bajaría al pueblo y regresaría con las plantas . En cuanto a la nieve , el litigio , para sorpresa de los hombres , pasó a la órbita femenina . Esta y Miriam darían los pasos oportunos . La resuenta decisión de la hija mayor , calco casi perfecto de la Señora , dejó sin armas a los galileos . Uno y otro sabían de las << malas pulgas >> y de la audacia de la mujer . Y estimando que la petición de un puñado de nieve no tenía por qué significar una batalla campal cedieron inteligentemente . Y las tres abandonaron la casa . Por su parte , Jacobo y Santiago , obedeciendo a Rebeca , reunieron a la revoltosa prole , haciéndola desfilar hacia el patio . El ocaso no tardaría en pregonar sombras y María , previsora , intuyendo una noche larga y cuajada , recomendó a sus hijos que fueran organizando las cenas de los más pequeños . Y quien esto escribe lamentó no disponer de su << farmacia de campaña >>. Una dosis de cualquiera de los analgesicos hubiera aliviado sus dolores y , sobre todo , habría evitado aquel inquietante éxodo . Ojalá mi voluntario error no fuera causa de males mayores . Y la Señora , extrañamente sumisa , acató - de momento - la orden del << entrometido griego >> ; reposo absoluto . Su lengua , en cambio , no tardó en zascandilear . Y su pregunta - recta como su corazón - volvió a enredarme.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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