Hablaba con ellos , y les asignaba un nombre . Recuerddo algunos : << cuero de gacela >> , << regalo de la vida >> , << alborotador >> , << libro de mis días >> , << prisionero de la tierra , << perla incmprendida >> , fértil sin palabras >> y << el que respira verde >> , entre otros . Dormía en el olivar ; cada noche , al pie de de un zayit diferente . Estaba al tanto de sus defectos y virtudes , y los acariciaba y cuidaba cuando padecían una plaga , o una herida . Y aquella ternura y comprensión sabía ejercitarlas igualmente con sus semejantes . Era el << poeta de los olivos >> y , sobre todo , un hombre bueno . Nunca supe su verdadero nombre . Lo llamaban << Dgul >> , un diminutivo de la expresión dgul qritis as f-ra si , que en a ´rab equivalía a << parece que leas mis pensamientos >> o << el gigante que se alimenta de pensamientos >> Al igual que otras palabras beduinas , dgul cambiaba de significado , según la entonación . También quería decir << giganten fantástico que devora >> . La verdad es que no vi la relación . Dgul , el capataz principal , o hsab-gandak , no era muy alto , y tampoco devoraba a nadie . Todo lo contrario .
Nos atendió con dulzura y , si dejar de sonreir , preguntó si sabíamos algo de la asepa ( así denominaban a la recogida de la aceituna ). El Maestro explicó que había sido vareador en la Galilea . De eso tampoco sabía nada . En cuanto a mí , la única experiencia con la aceituna fue en la mesa . Me encantaba .
Dgul tomó entonces una de aquellas largas varas que servían para agitar el ramaje del olivo , y la puso en manos del Galileo . Jesús la examinó , curioso , y , supongo , esperó una explicación . Era una vara de casi dos metros de longitud , impecablemente recta , sólida , y teñida en rojo oscuro . Las cortaban de los castaños , avellanos y de los cerezos . Estas últimas eran las preferidas por los vareadores . Eran mágicfas - decían - , porque en los árboles en los que se desarrollaban anidaban todos los pájaros del cielo . Para hacerlas más resistentes , las templaban en agua con cal , o las enterraban en excrementos . De haí procedía el brillo rojo , tan llamativo . Por supuesto , las ramas en cuestión no disfrutaban de ningún tipo de poder . El hecho de que las aves acudieran masivamente a las copas de los cerezos se debía a la dulzura del fruto .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Nos atendió con dulzura y , si dejar de sonreir , preguntó si sabíamos algo de la asepa ( así denominaban a la recogida de la aceituna ). El Maestro explicó que había sido vareador en la Galilea . De eso tampoco sabía nada . En cuanto a mí , la única experiencia con la aceituna fue en la mesa . Me encantaba .
Dgul tomó entonces una de aquellas largas varas que servían para agitar el ramaje del olivo , y la puso en manos del Galileo . Jesús la examinó , curioso , y , supongo , esperó una explicación . Era una vara de casi dos metros de longitud , impecablemente recta , sólida , y teñida en rojo oscuro . Las cortaban de los castaños , avellanos y de los cerezos . Estas últimas eran las preferidas por los vareadores . Eran mágicfas - decían - , porque en los árboles en los que se desarrollaban anidaban todos los pájaros del cielo . Para hacerlas más resistentes , las templaban en agua con cal , o las enterraban en excrementos . De haí procedía el brillo rojo , tan llamativo . Por supuesto , las ramas en cuestión no disfrutaban de ningún tipo de poder . El hecho de que las aves acudieran masivamente a las copas de los cerezos se debía a la dulzura del fruto .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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