La portera siguió impasible junto al fuego . Pero su atención se desvió pronto hacía la conversación de los sirvientes y levitas , que habian vuelto a enzarzarse en el asunto de los demonios . Ninguno de los allí presentes pareció dar demasiada importancia a la presencia de Pedro ni a su posible vinculación con el prisionero . Si el apóstol hubiera reparado en esta actitud generalizada de los levitas , probablemente habría logrado remontar su pánico .
Cuando dirigí los ojos hacia él , su rostro había enrojecido . Simón evitó mi mirada , mordiéndose los labios y arrugando nerviosamente los pliegues de su manto . En ese momento caí en la cuenta de que no llevaba su acostumbrada espada . Sin duda la habia perdido en la huida o quizás se había desembarado de ella antes de acercarse a la casa de Anás .
El policía cuya versión sobre los demonios había sido interrumpida por la llegada de la portera retomó el hilo de su exposición , haciendo ver a los presentes que el Galileo bien podía ser uno de esos << hijos >> de adán .
Pero la explicación del levita no satisfizo a la mayoría . Otro de los servidores del sanedrín añadió que , generalmente , << estos diablos solían habitar en los pantanos , ruinas y a la sombra de determinados árboles ....>>
- Éste - apuntó - no es el caso de ese galileo . Todos lo hemos visto predicar abiertamente en mitad de la explanada de los Gentiles . ¿ Qué clase de demonio actuaría así .....?
- Y no olvidemos - terció otro de los presentes - que el rabí de Galilea ha curado a muchos lisiados ...
Ensimismado en aquella tertulia , no reparé en la presencia , a mis espaldas , de una figura . Al sentir una mano sobre mi hombro izquierdo , me sobresalté . ¡ Era José de Arimatea !
Me levanté de inmediato , separandome de la fogata y caminando con el anciano hacia el centro del patio .
Tanto él como yo ardíamos en deseos de interrogarnos mutuamente . Le anuncié que el maestro había sido conducido a la presencia de Anás , poniéndole en antecedentes de cuanto había sucedido en la finca de Simón , << el leproso >> , y en el camino del Olivete .
Autor J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Cuando dirigí los ojos hacia él , su rostro había enrojecido . Simón evitó mi mirada , mordiéndose los labios y arrugando nerviosamente los pliegues de su manto . En ese momento caí en la cuenta de que no llevaba su acostumbrada espada . Sin duda la habia perdido en la huida o quizás se había desembarado de ella antes de acercarse a la casa de Anás .
El policía cuya versión sobre los demonios había sido interrumpida por la llegada de la portera retomó el hilo de su exposición , haciendo ver a los presentes que el Galileo bien podía ser uno de esos << hijos >> de adán .
Pero la explicación del levita no satisfizo a la mayoría . Otro de los servidores del sanedrín añadió que , generalmente , << estos diablos solían habitar en los pantanos , ruinas y a la sombra de determinados árboles ....>>
- Éste - apuntó - no es el caso de ese galileo . Todos lo hemos visto predicar abiertamente en mitad de la explanada de los Gentiles . ¿ Qué clase de demonio actuaría así .....?
- Y no olvidemos - terció otro de los presentes - que el rabí de Galilea ha curado a muchos lisiados ...
Ensimismado en aquella tertulia , no reparé en la presencia , a mis espaldas , de una figura . Al sentir una mano sobre mi hombro izquierdo , me sobresalté . ¡ Era José de Arimatea !
Me levanté de inmediato , separandome de la fogata y caminando con el anciano hacia el centro del patio .
Tanto él como yo ardíamos en deseos de interrogarnos mutuamente . Le anuncié que el maestro había sido conducido a la presencia de Anás , poniéndole en antecedentes de cuanto había sucedido en la finca de Simón , << el leproso >> , y en el camino del Olivete .
Autor J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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