En ese momento empecé a intuir en qué podía haber consistido aquella orden que acababan de recibir los policías y servidores del Sanadrín . Si no recordaba mal , Anás le había formunado esa misma pregunta . Era más que probable que el Consejo de los saduceos , escribas y fariseos , que se había tomado un receso en el juicio , hubiera decretado que los guardianes del Maestro trataran de aprovechar aquellos minutos para seguir interrogando y sonsacando al impostor .
- ... Conocemos a Judas - añadió el lacayo con una sonrisa que me hizo temer lo peor -, también a Simón , el Zelota y a ese Juan Zebedeo ... Pero , ¿Quienes son los demás ... ? ¡ Contesta !
El Galileo no parpadeó . Su cara , fija en las losas grises del pavimento , estaba ausente .
- ... Así que te niegas a responder .
Y el criado le dio la espalda , avanzando un corto paso . Pero instantaneamente , se volvió , abofeteándole con la izquierda . El golpe fue tan duro como inesperado . Y el cuerpo entero de Jesús se tambaleó .
Los restos de los esputos de la mejilla derecha del rabí quedaron adheridos a la palma de la mano del esbirro quien , con una mueca de repugnancia , sacudió sus dedos una y otra vez , tratando de liberarse de aquellas inmundicias . Finalmente aproximó su mano al manto del Nazareno , restregándola sobre la tela .
Cuando el soldado intentó cortar aquel súbito y salvaje ataque , uno de los guardianes del Templo le tomó por el hombro y , apartándole del rabí , le entregó una pequeña bolsa de cuero , susurrándole que no interviniese y que repartiese aquellas monedas conmigo . El soborno volvió sordo y mudo al mercenario , quien , a partir de ese momento , no se movió ya de uno de los ángulos de la sala. Su satisfacción creció cuando me negué a aceptar mi parte .
- ... Conocemos a Judas - añadió el lacayo con una sonrisa que me hizo temer lo peor -, también a Simón , el Zelota y a ese Juan Zebedeo ... Pero , ¿Quienes son los demás ... ? ¡ Contesta !
El Galileo no parpadeó . Su cara , fija en las losas grises del pavimento , estaba ausente .
- ... Así que te niegas a responder .
Y el criado le dio la espalda , avanzando un corto paso . Pero instantaneamente , se volvió , abofeteándole con la izquierda . El golpe fue tan duro como inesperado . Y el cuerpo entero de Jesús se tambaleó .
Los restos de los esputos de la mejilla derecha del rabí quedaron adheridos a la palma de la mano del esbirro quien , con una mueca de repugnancia , sacudió sus dedos una y otra vez , tratando de liberarse de aquellas inmundicias . Finalmente aproximó su mano al manto del Nazareno , restregándola sobre la tela .
Cuando el soldado intentó cortar aquel súbito y salvaje ataque , uno de los guardianes del Templo le tomó por el hombro y , apartándole del rabí , le entregó una pequeña bolsa de cuero , susurrándole que no interviniese y que repartiese aquellas monedas conmigo . El soborno volvió sordo y mudo al mercenario , quien , a partir de ese momento , no se movió ya de uno de los ángulos de la sala. Su satisfacción creció cuando me negué a aceptar mi parte .
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