Junto a la mencionada casamata distinguí otra cuba - similar a la construida a la entrada del campamento de Getsemaní - que debía formar parte de uno de los lagares de aceite que tanto abundaban en el monte de las Aceitunas . El Maestro se había sentado sobre el murete de piedra de la prensa , a unos dos pasos de la pista y de cara a la dirección que traía el cada vez más cercano y oscilante enjambre de luces amarillentas.
En un primer momento pensé en ocultarme también en la barraca . Pero deseché la idea . Ignoraba absolutamente el curso que podían tomar los acontecimientos y preferí mantenerme en un lugar más abierto . A ambos lados del sendero se extendían sendas plantaciones de olivos . Aquél podía ser un buen observatorio . Y rápidamente abandoné la pista , internándome en el oscuro olivar situado a la izquierda del camino . Elegí uno de los árboles más gruesos , trepando a lo alto y camuflándome entre su ramaje . Desde allí , Jesús quedaba a poco de más de cinco o seis metros . Pero , de pronto , me vi asaltado por una duda que casi me hizo descender del olivo : ¿ Y si el Galileo regresaba al campamento ? En ese caso no tendría más remedio que arriesgarme y seguir a la tropa ...
Si no me equivocaba , la distancia recorrida por Jesús desde la puerta de entrada al huerto de Simón , << el leproso >> , hasta aquella curva del serpenteante camino de herradura , había sido de unos cien o ciento cincuenta pasos . Y al verle allí , tan extrañamente sereno , empecé a comprender .
No hacía falta ser muy despierto para suponer que su rápido alejamiento de la zona donde permanecían sus hombres sólo podía estar motivado por el deseo de que su encuentro con Judas y la policía del Sanedrín no afectase a los discípulos . Él sabía que muchos de los discípulos y de los griegos disponían de armas y probablemente quiso evitar el más que seguro riesgo de un choque armado . Si la memoria no me fallaba , en el campamento debía habar en aquellos momentos alrededor de sesenta hombres . Habría sido suficiente que cualquiera de ellos - Pedro o Simón , el zelotes , por ejemplo - hubieran sacado su espada para provocar un sangriento combate .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En un primer momento pensé en ocultarme también en la barraca . Pero deseché la idea . Ignoraba absolutamente el curso que podían tomar los acontecimientos y preferí mantenerme en un lugar más abierto . A ambos lados del sendero se extendían sendas plantaciones de olivos . Aquél podía ser un buen observatorio . Y rápidamente abandoné la pista , internándome en el oscuro olivar situado a la izquierda del camino . Elegí uno de los árboles más gruesos , trepando a lo alto y camuflándome entre su ramaje . Desde allí , Jesús quedaba a poco de más de cinco o seis metros . Pero , de pronto , me vi asaltado por una duda que casi me hizo descender del olivo : ¿ Y si el Galileo regresaba al campamento ? En ese caso no tendría más remedio que arriesgarme y seguir a la tropa ...
Si no me equivocaba , la distancia recorrida por Jesús desde la puerta de entrada al huerto de Simón , << el leproso >> , hasta aquella curva del serpenteante camino de herradura , había sido de unos cien o ciento cincuenta pasos . Y al verle allí , tan extrañamente sereno , empecé a comprender .
No hacía falta ser muy despierto para suponer que su rápido alejamiento de la zona donde permanecían sus hombres sólo podía estar motivado por el deseo de que su encuentro con Judas y la policía del Sanedrín no afectase a los discípulos . Él sabía que muchos de los discípulos y de los griegos disponían de armas y probablemente quiso evitar el más que seguro riesgo de un choque armado . Si la memoria no me fallaba , en el campamento debía habar en aquellos momentos alrededor de sesenta hombres . Habría sido suficiente que cualquiera de ellos - Pedro o Simón , el zelotes , por ejemplo - hubieran sacado su espada para provocar un sangriento combate .
Autor :J.J.benitez
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Antonio Martinez
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