A pesar del resentimiento que había empezado a quemar mis entrañas , no pude hacer otra cosa que observar y tratar de no alterar los acontecimientos , tal y como marcaba el código de Caballo de Troya ...
Y desde ese instante , una lluvia de puñetazos y bofetadas empezó a caer sobre el cuerpo del Maestro.
De vez en cuando , entre golpe y golpe , algunos de los levitas volvían a interrogarle ..
- ¡ Responde ...! ¿ Cuántos sois ...? ¿ Cómo se llaman tus seguidores ....? ¿ Quién a tomado el mando ....?
Jesús , con los labios rotos por los impactos , no cedía . Algunos de los puñetazos habían ido a estrellarse contra sus ojos , provocando una lenta pero alarmante hinchazón.
En medio de aquella iniquidad quedé maravillado una vez más ante la serenidad y fortaleza física de aquel galileo . Muchos de aquellos golpes , lanzados con frialdad sobre puntos tan delicados y vulnerables como ojos , labios , oídos , riñones y estómago , hubieran tumbado a un hombre normal . Sin embargo el nazareno - aunque llegó a tambalearse en varias ocasiones - no dejó escapar un solo lamento , consevando siempre el equilibrio .
El hermético silencio del reo fue avivando el furor de los levitas , que arreciaron en sus agresiones .
Sudorosos , jadeantes y arrastrados por el paroxismo , aquellos energúmenos , no satisfechos con el violento castigo que estaban infligiéndole , fueron en busca de una cántara de agua , sometiendo a Jesús a uno de los suplicios más angustiosos que haya podido inventar el ser humano .
Uno de los sicarios se situó a espaldas del Galileo , tirando violentamente de sus cabellos . Automáticamente , el fornido cuerpo se dobló hacia atras . Y un segundo policía procedió a abrir los labios de Jesús mientras un tercero , que cargaba el cántaro , comenzaba a vaciar el agua en la boca del Nazareno . El liquido fue penetrando a borbotones durante varios e interminables segundos , hasta que , finalmente , el rabí se vio atacado por un seco e intenso golpe de tos que puso final a la tortura
Autor :J.J.Benitez
Unabrazo
Antonio Martinez
Y desde ese instante , una lluvia de puñetazos y bofetadas empezó a caer sobre el cuerpo del Maestro.
De vez en cuando , entre golpe y golpe , algunos de los levitas volvían a interrogarle ..
- ¡ Responde ...! ¿ Cuántos sois ...? ¿ Cómo se llaman tus seguidores ....? ¿ Quién a tomado el mando ....?
Jesús , con los labios rotos por los impactos , no cedía . Algunos de los puñetazos habían ido a estrellarse contra sus ojos , provocando una lenta pero alarmante hinchazón.
En medio de aquella iniquidad quedé maravillado una vez más ante la serenidad y fortaleza física de aquel galileo . Muchos de aquellos golpes , lanzados con frialdad sobre puntos tan delicados y vulnerables como ojos , labios , oídos , riñones y estómago , hubieran tumbado a un hombre normal . Sin embargo el nazareno - aunque llegó a tambalearse en varias ocasiones - no dejó escapar un solo lamento , consevando siempre el equilibrio .
El hermético silencio del reo fue avivando el furor de los levitas , que arreciaron en sus agresiones .
Sudorosos , jadeantes y arrastrados por el paroxismo , aquellos energúmenos , no satisfechos con el violento castigo que estaban infligiéndole , fueron en busca de una cántara de agua , sometiendo a Jesús a uno de los suplicios más angustiosos que haya podido inventar el ser humano .
Uno de los sicarios se situó a espaldas del Galileo , tirando violentamente de sus cabellos . Automáticamente , el fornido cuerpo se dobló hacia atras . Y un segundo policía procedió a abrir los labios de Jesús mientras un tercero , que cargaba el cántaro , comenzaba a vaciar el agua en la boca del Nazareno . El liquido fue penetrando a borbotones durante varios e interminables segundos , hasta que , finalmente , el rabí se vio atacado por un seco e intenso golpe de tos que puso final a la tortura
Autor :J.J.Benitez
Unabrazo
Antonio Martinez
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