Demasiado intrigado para reparar en pequeñeces imité al dueño , colocándome en el interior sin descalzarme . A diferencia del hogar paterno , el de Santiago y Esta sumaba dos únicas estancias . La primera, en la que acababa de penetrar , podía calificarse de vivienda habitual : un rectángulo de ocho por seis metros , dividido - como en la residencia de la Señora - en los tradicionales niveles . El más alto ( la plataforma ) , a la izquierda de la puerta principal , servía , como fue dicho , de cocina y dormitorio . El inferior , de unos cinco metros de longitud , pavimentado con una sucia y maloliente tierra batida , aparecía sin muebles ni esteras . A mi derecha , amarradas a una herrumbosa argolla , miraban desconcertadas tres cabras de poderosas ubres y pelo de hollín . Al pie del muro había sido dispuesto un pesebre de piedra , bastante mermado en lo que a forraje se refiere . Uno de los rumiantes , arisco y cismático , de grandes cuernos nudosos vueltos hacia atrás , me dio la bienvenida arremetiendo de un salto . La cuerta , al tensarse , le respondió por mi .
El lugar , olvidado a los maleducados hircus , se encontraba desierto . A través de la puerta que se abría en el tabique frontal se escuchaban voces , risas infantiles y lo que , en principio , me pareció un ronco maullido , impropio de un gato doméstico . Y dispuesto a disolver la irritante mancha de interrogantes avancé hacia la claridad . Aquélla era la segunda pieza de la vivienda : un patio - corral descubierto , mejor mimado que el aposento situado a mis espaldas . Un altivo y encalado muro lo cercaba en su totalidad . En cuanto al piso , enlosado con anchas lajas blanco - azuladas , matemática y pulcramente << encamadas >> en mortero , esa misma noche recibiría la explicación a su bella factura .
En un primer momento todo fue confusión . E inmóvil junto a la puerta , siguiendo la costumbre , inspeccioné el recinto , procesando sus principales características . La familia , al completo , aparecía agrupada a mi derecha , conversando atropelladamente a la sombra de un joven pero cumplido moral negro . que velaba con sus hojas dentadas y sus florecillas verdes y colgantes buena parte de la escuadra norte del patio .
Este flanco , tan espartanamente amueblado y decorado como el resto de la vivienda , presentaba una mesa rectangular de casi tres metros de longitud , toda ella en un centelleante y ceniciento granito . A su alrededor , satelizando la roca , cuatro bancos de sesenta centímetros de alzada , alumbrados en idéntico material . La presencia de esta piedra dura y compacta ,e llamó la atención . Santiago era la clave .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El lugar , olvidado a los maleducados hircus , se encontraba desierto . A través de la puerta que se abría en el tabique frontal se escuchaban voces , risas infantiles y lo que , en principio , me pareció un ronco maullido , impropio de un gato doméstico . Y dispuesto a disolver la irritante mancha de interrogantes avancé hacia la claridad . Aquélla era la segunda pieza de la vivienda : un patio - corral descubierto , mejor mimado que el aposento situado a mis espaldas . Un altivo y encalado muro lo cercaba en su totalidad . En cuanto al piso , enlosado con anchas lajas blanco - azuladas , matemática y pulcramente << encamadas >> en mortero , esa misma noche recibiría la explicación a su bella factura .
En un primer momento todo fue confusión . E inmóvil junto a la puerta , siguiendo la costumbre , inspeccioné el recinto , procesando sus principales características . La familia , al completo , aparecía agrupada a mi derecha , conversando atropelladamente a la sombra de un joven pero cumplido moral negro . que velaba con sus hojas dentadas y sus florecillas verdes y colgantes buena parte de la escuadra norte del patio .
Este flanco , tan espartanamente amueblado y decorado como el resto de la vivienda , presentaba una mesa rectangular de casi tres metros de longitud , toda ella en un centelleante y ceniciento granito . A su alrededor , satelizando la roca , cuatro bancos de sesenta centímetros de alzada , alumbrados en idéntico material . La presencia de esta piedra dura y compacta ,e llamó la atención . Santiago era la clave .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Siempre interesante...
ResponderEliminarSaludos
Gracias mi buen amigo . Me alegro que te guste . El merito no es mío , yo solamente lo reescribo literalmente . Un abrazo
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