domingo, 6 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 26 de abril, miércoles ( 47 )

A la  izquierda , hipotecando los siete metros del murom del fondo , se distinguía un cobertizo de tablas en el que se apretaban tinajas , una decena de losas de idéntica naturaleza a las que alfombraban el corral , herramientas propias de cantero , algunas redes colgadas de la pared y dos jaulas  de mediana dimensiones , cerradas con gruesos barrotes de madera de pino . En torno a estos armazones parloteaba  , reía y chillaba  una excitada partida de niós y niñas , entusiasmados con los << inquilinos >> de las referidas jaulas . Deduje , y no me equivoqué , que se trataba de los hijos de Miriam y de Esta . A pesar de su frenética movilidad llegué a contabilizar hasta diez . Los mayores debían rondar los ocho o neve años  . Dos de ellos  , al cuidado de las niñas más crecidas , se limitaban a gatear , lloriqueando y mordisqueando con rabia a sus hermanas , en un inútil afán de aferrarse a los barrotes . Vestían túnicas cortas y , tanto unas como otros , habían sido rapados sin misericordia.
Y en vista de lo acalorado de las discusiones de los adultos opté por aproximarme a la gente menuda . Al descubrir el << contenido >> de una de las solicitadas jaulas me estremecí . Por fortuna , los palitroques que la cerraban parecían sólidos . En el interior  , cargado de razón ante el acoso de la chiquillería , se revolvía inquieto un soberbio ejemplar de Filis chaus  , el salvaje gato de los pantanos ; un felino de setenta y cinco centímetros  de longitud , << primo hermano >> del Felis Ibica  o gato africano , de cola corta  , pelaje  gris pardo y sendos penachos  de pelos en las puntiagudas orejas . El << pequeño tigre >> , poco amigo de bromas  , replicaba a cada  salivazo  de los más audaces  con el destello de sus temibles incisivos y los broncos  maullidos  ( casi rugidos )  que había  escuchado minutos antes . En la segunda jaula  , menos concurrida , dormitaba aburrido un anciano hurón de espeso y albino abrigo  que , muy de tarde en tarde , comprendiendo quizá las justificadas quejas de su compañero de autiverio , se dignaba  abrir sus ojillos escarlatas , lanzando despectivas miradas al molesto << público >>.
Las redes dispuestas bajo el voladizo y la presencia del mustélido - un cazador de acreditada fama  , domesticado desde hacía siglos  por los griegos y mesopotámicos  - fueron suficientes para intuir una de las aficiones favoritas del dueño de la casa : la caza .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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