No habrían transcurrido no cinco minutos cuando la mujer comenzó a sufrir una serie de espasmos . Sus rodillas se doblaron , mientras los levitas trataban de mantenerla erguida . ( Despues de analizar la muestra de tinta , comprendí que aquella actitud de los policías tenía un único y bien estudiado objetivo : evitar que , al caer al suelo y y flexionar el abdomen , la condenada pudiera vomitar las << aguas amargas >> , anulando así sus efectos . )
Lentamente , la joven esposa fue perdiendo fuerza . Su rostro adquirió un tinte amarillento y sus ojos - muy abiertos y fijos en aquel azul infinito del cielo de jerusalén - se abultaron , al tiempo que las grandes arterias del cuello se hinchaban de forma alarmante .
Evidentemente , el veneno había surtido efecto . Los sacerdotes lo sabían y , al apreciar aquellos síntomas , ordenaron a la patrulla que soltara a la mujer . Al liberarla , ésta cayó desplomada a tierra , mientras las decenas de curiosos comenzaban a desfilar en silencio , cruzando de nuevo la muralla o alejándose ladera abajo , hacía el Cedrón .
Fue la voz de Andrés , llamándome desde el arco de la Puerta Oriental , la que me sacó de la triste contemplación de aquel cuerpo desmayado , o quizá sin vida , rodeado por la policía del Templo .
Mi amigo debió advertir en seguida mi desolación y , tomándome por el brazo , me condujo a través del Atrio de los Gentiles , en dirección a la ciudad baja . Una vez fuera del Templo , el discípulo sacó disimuladamente de entre sus ropas un pequeño jarrito ( de unos 17 centímetros de altura ) , provisto de una sola asa y con reducida boca circular perfectamente cerrada por un << tapón >> de tela . sin más explicaciones , puso el recipiente de barro rojo en mis manos , al igual que uno de los dos denarios que yo le había entregado . Andrés no hizo una sola pregunta y yo agradecí doblemente su eficacia y discreción .
Días más tarde , cuando fue posible analizar el contenido de aquel recipiente , mis sospechas se vieron confirmadas . La tinta en cuestión contenía cuatro sustancias principales : añil , carbonato potásico , anhídrido arsenico y cal viva . Todo ello , diluido en agua común.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Lentamente , la joven esposa fue perdiendo fuerza . Su rostro adquirió un tinte amarillento y sus ojos - muy abiertos y fijos en aquel azul infinito del cielo de jerusalén - se abultaron , al tiempo que las grandes arterias del cuello se hinchaban de forma alarmante .
Evidentemente , el veneno había surtido efecto . Los sacerdotes lo sabían y , al apreciar aquellos síntomas , ordenaron a la patrulla que soltara a la mujer . Al liberarla , ésta cayó desplomada a tierra , mientras las decenas de curiosos comenzaban a desfilar en silencio , cruzando de nuevo la muralla o alejándose ladera abajo , hacía el Cedrón .
Fue la voz de Andrés , llamándome desde el arco de la Puerta Oriental , la que me sacó de la triste contemplación de aquel cuerpo desmayado , o quizá sin vida , rodeado por la policía del Templo .
Mi amigo debió advertir en seguida mi desolación y , tomándome por el brazo , me condujo a través del Atrio de los Gentiles , en dirección a la ciudad baja . Una vez fuera del Templo , el discípulo sacó disimuladamente de entre sus ropas un pequeño jarrito ( de unos 17 centímetros de altura ) , provisto de una sola asa y con reducida boca circular perfectamente cerrada por un << tapón >> de tela . sin más explicaciones , puso el recipiente de barro rojo en mis manos , al igual que uno de los dos denarios que yo le había entregado . Andrés no hizo una sola pregunta y yo agradecí doblemente su eficacia y discreción .
Días más tarde , cuando fue posible analizar el contenido de aquel recipiente , mis sospechas se vieron confirmadas . La tinta en cuestión contenía cuatro sustancias principales : añil , carbonato potásico , anhídrido arsenico y cal viva . Todo ello , diluido en agua común.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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