Pero mi sorpresa fue aún mayor cuando , al separase las cortinas que dividían el triclinium del << despacho >> , una cascada de luz nos inundó a todos . En lugar de un ventanal gemelo al existente en el otro extremo del salón , los arquitectos habían abierto en el techo un tragaluz rectangular de más de tres metros de lado , cerrado con una única lámina de vidrio . El sol , en su cenit , entraba a raudales proporcionando a la acogedora estancia una luminosidad y un tibio calor que agradecí profundamente . En el centro se hallaba dispuesta una mesa circular - de apenas 40 centímetros de alzada - cubierta con un mantel de lino blanco , y presidida por un centro de fragantes flores de azahar , casi todas de cidro y limonero . Alrededor de la mesa , y esparcidas por el suelo , se amontonaban un buen número de cojines o almohadones , repletos de plumas , que servían habitualmente de asiento o reclinatorio .
El ábside que constituía la pared del tricliniun - igualmente forrada con madera de cedro - presentaba media docena de lucernas o lámparas de aceite ( ahora apagadas ) . Y en la zona que no era otra cosa que la prolongación de la pared donde yo había contemplado el busto del César descubrí una estrecha puerta , magistralmente disimulada entre las vetas de los paneles de cedro . Por allí , precisamente , fueron apareciendo cuatro o cinco esclavos , todos ellos ataviados con cortas túnicas de color marfileño . Al parecer , procedían de Siria , excepción hecha de un galo de larga melena rubia . En el transcurso de la comida , Pilato me confesaría que aquel bello mancebo era una << joya >> . Después de no pocos regateos había conseguido comprarlo en el mercado de esclavos de Jerusalén por la nada despreciable suma de mil quinientos sestercios ( unos 250 denarios de plata ).
Cada uno de aquellos sirvientes era portador de un barreño o lavapies de cobre , con un pequeño apoyo de madera en el interior , que servia para situar la planta del pie , haciendo así más cómodo el lavado.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El ábside que constituía la pared del tricliniun - igualmente forrada con madera de cedro - presentaba media docena de lucernas o lámparas de aceite ( ahora apagadas ) . Y en la zona que no era otra cosa que la prolongación de la pared donde yo había contemplado el busto del César descubrí una estrecha puerta , magistralmente disimulada entre las vetas de los paneles de cedro . Por allí , precisamente , fueron apareciendo cuatro o cinco esclavos , todos ellos ataviados con cortas túnicas de color marfileño . Al parecer , procedían de Siria , excepción hecha de un galo de larga melena rubia . En el transcurso de la comida , Pilato me confesaría que aquel bello mancebo era una << joya >> . Después de no pocos regateos había conseguido comprarlo en el mercado de esclavos de Jerusalén por la nada despreciable suma de mil quinientos sestercios ( unos 250 denarios de plata ).
Cada uno de aquellos sirvientes era portador de un barreño o lavapies de cobre , con un pequeño apoyo de madera en el interior , que servia para situar la planta del pie , haciendo así más cómodo el lavado.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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