Al cruzar el puente levadizo - de unos cinco metros de longitud y construido a base de gruesos troncos sobre los que había jijado una espesa cubierta de metal - no pude resistir la tentación de levantar la mirada . La pétrea fachada gris - azulada , de cuarenta codos de altura , se hallaba dividida en dos secciones simétricas y perfectamente almenadas . Cada uno de estos bloques , de unos cincuenta metros de longitud , presentaba tres hileras de ventanas ( las correspondientes a la primera planta en forma de troneras ) . Y en el centro , entre las dos alas que formaban la fachada , una especie de terraza o mirador , de unos veinte metros , con los prismas de la almena algo más pequeños que los de las zonas superiores . Los cuatro ángulos del << castillo >> habían sido reforzados por otras tantas torres igualmente fortificadas . Yo conocía por Flavio Josefo las dimensiones de las mismas , pero , al contemplarlas a tan corta distancia , se me antojaron mucho más airosas .
En la boca del tunel que constituía la entrada principal a la fortaleza nos aguardaban el centinela que habiamos encontrado junto al muro exterior y un oficial .
Al descubrir en su mano derecha un bastón de madera de vid comprendí que me hallaba ante un centurión . Su estatura era algo superior a la media normal de los soldados , pero quizá se debía al penacho de plumas rojas que adornaban su casco .
Tras saludarle , José se identificó ante el jefe de centuria , manifestándole que era amigo del gobernador y que habia sido concertada una audiencia para aquella mañana . El centurión - también en griego - correspondió al saludo y me rogó que me identificara . Después , dirigiéndose a uno de los soldados que montaba guardia a la puerta de una estancia situada a la derecha del túnel , le pidió algo . El legionario se apresuró a entrar en lo que debía ser el << cuarto de guardia >> y regresó al momento con una tablilla encerada . En aquella especie de pizarra habían sido escritos algunos nombres . Del ángulo superior izquierdo del marco de la tablilla colgaba una corta y manoseada cuerda a la que había sido atado un clavo de bronce de unos ocho centímetros de longitud y que , a juzgar por los trazos de la superficie encerada , hacía las veces de buril o << stylo >>.
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
En la boca del tunel que constituía la entrada principal a la fortaleza nos aguardaban el centinela que habiamos encontrado junto al muro exterior y un oficial .
Al descubrir en su mano derecha un bastón de madera de vid comprendí que me hallaba ante un centurión . Su estatura era algo superior a la media normal de los soldados , pero quizá se debía al penacho de plumas rojas que adornaban su casco .
Tras saludarle , José se identificó ante el jefe de centuria , manifestándole que era amigo del gobernador y que habia sido concertada una audiencia para aquella mañana . El centurión - también en griego - correspondió al saludo y me rogó que me identificara . Después , dirigiéndose a uno de los soldados que montaba guardia a la puerta de una estancia situada a la derecha del túnel , le pidió algo . El legionario se apresuró a entrar en lo que debía ser el << cuarto de guardia >> y regresó al momento con una tablilla encerada . En aquella especie de pizarra habían sido escritos algunos nombres . Del ángulo superior izquierdo del marco de la tablilla colgaba una corta y manoseada cuerda a la que había sido atado un clavo de bronce de unos ocho centímetros de longitud y que , a juzgar por los trazos de la superficie encerada , hacía las veces de buril o << stylo >>.
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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