La mujer le miró agradecida . El verde hierba de sus hojos había vuelto a empañarse .
- Enterraremos tus queridas palomas aquí mismo , junto al río .
Dicho y hecho . Y Santiago , acompañado por uno de los alfareros , se perdió en la primera de las construcciones , habilitada como taller , almacén y horno . Y el resto de los hermanos volvió a sus quehaceres . Frente al mencionado portalón , entre un estático y campanudo oleaje de cacharros de barro de mil formas y tamaños , se hallaban emplazados dos tornos . Ambos , a orillas del torrente , eran alimentados por una conducción de madera - en forma de Y - Que arrancaba de una no menos primitiva noria de metro y medio de diámetro , anclada en un remanso del arroyo . El empuje de la corriente , al menos en aquella época , bastaba para mover y cargar la docena de arcaduces claveteada a la estructura de la rueda . Y mansamente , amaestrado , el líquido se derramaba sobre las masas de arcilla depositadas en las tuedas superiores de los referidos tornos .
Aquel oficio , bendecido desde antuguo por Yavé , tenía algo de mágico y subyugante . No era de extrañar que jesús y su amigo Jacobo pasasen las horas muertas frente al anciano Natham , viendo girar las chorreantes pellas de barro . Y fascinado , imaginando los encendidos ojos de aquel Jesús niño , aguardé el regreso del galileo disfrutando del espectáculo , de aquellas hábiles manos que acariciaban , herían , frenaban y moldeaban la masa en una invisible y perfecta coordinación con el impulso proporcionado al disco inferior . Los pies descalzos , generalmente el izquierdo , eran el << motor >> del torno . Al empujar la rueda , manos , ojos , cuerpo y alma se hacían un todo , obrando el milagro de la belleza . ¡ Cuán equivocados están los que creen y proclaman que los israelitas no sobresalieron en el arte de la carámica ! La técnica fue heredada de los sirios pero , a partir del siglo X a. de C , la sensibilidad de sus formas destacó y se propagó como una fresca brisa . Para evitar que el barro quedara excesivamente pegajoso , en lugar de servirse de la arena , cuarzo o sílice , aquellos artesanos recurrían a la caliza pulverizada , cociendo después las piezas con sumo cuidado y a temperaturas inferiores a la habitualmente exigidas para los preparados con sílice Su destreza aparecía sustentada en un minucioso conocimiento de las técnicas .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Enterraremos tus queridas palomas aquí mismo , junto al río .
Dicho y hecho . Y Santiago , acompañado por uno de los alfareros , se perdió en la primera de las construcciones , habilitada como taller , almacén y horno . Y el resto de los hermanos volvió a sus quehaceres . Frente al mencionado portalón , entre un estático y campanudo oleaje de cacharros de barro de mil formas y tamaños , se hallaban emplazados dos tornos . Ambos , a orillas del torrente , eran alimentados por una conducción de madera - en forma de Y - Que arrancaba de una no menos primitiva noria de metro y medio de diámetro , anclada en un remanso del arroyo . El empuje de la corriente , al menos en aquella época , bastaba para mover y cargar la docena de arcaduces claveteada a la estructura de la rueda . Y mansamente , amaestrado , el líquido se derramaba sobre las masas de arcilla depositadas en las tuedas superiores de los referidos tornos .
Aquel oficio , bendecido desde antuguo por Yavé , tenía algo de mágico y subyugante . No era de extrañar que jesús y su amigo Jacobo pasasen las horas muertas frente al anciano Natham , viendo girar las chorreantes pellas de barro . Y fascinado , imaginando los encendidos ojos de aquel Jesús niño , aguardé el regreso del galileo disfrutando del espectáculo , de aquellas hábiles manos que acariciaban , herían , frenaban y moldeaban la masa en una invisible y perfecta coordinación con el impulso proporcionado al disco inferior . Los pies descalzos , generalmente el izquierdo , eran el << motor >> del torno . Al empujar la rueda , manos , ojos , cuerpo y alma se hacían un todo , obrando el milagro de la belleza . ¡ Cuán equivocados están los que creen y proclaman que los israelitas no sobresalieron en el arte de la carámica ! La técnica fue heredada de los sirios pero , a partir del siglo X a. de C , la sensibilidad de sus formas destacó y se propagó como una fresca brisa . Para evitar que el barro quedara excesivamente pegajoso , en lugar de servirse de la arena , cuarzo o sílice , aquellos artesanos recurrían a la caliza pulverizada , cociendo después las piezas con sumo cuidado y a temperaturas inferiores a la habitualmente exigidas para los preparados con sílice Su destreza aparecía sustentada en un minucioso conocimiento de las técnicas .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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