Mientras uno fabricaba toda suerte de vasijas , platos , ánforas o lebrillos - pieza a pieza - , el segundo trabajaba << en serie >> . Situaba una carga de barro en la rueda superior y , accionando la inferior , la comvertía en una pieza cónica . Seccionaba entonces el pico del cono con un fino cordel que colgaba de la muñeca derecha , obteniendo así el cuerpo de un pequeño jarro . Y sin dejar de impulsar el torno preparaba un segundo ejemplar . Estos jarritos y vasos de especial finura y acabado - empleados generalmente en cosmética - llevaban el específico sello de la alfarería judía : el engobe , es decir , una delicada capa de barro de la mejor calidad que se aplicaba a un pincel , o merced al baño , en las partes de la vasija que se deseaba decorar .
Al reparar en mi leal interés , el artesano que fabricaba los jarros sonrió comprensivo . Y sin detener la manipulación de la choreante arcilla preguntó si era amigo de la familia . Mi respuesta le tranquilizó . A juzgar por su lámina , fronteriza con los cuarenta o cuarenta y cinco años , aquel hombre tenía que haber sido compañero del Jesús noño o adolescente .Y recordando las explicaciones de la Señora sobre las infantiles aficiones de su hijo por el modelado en general y aquel taller en particular me arriesgué a interrogarle acerca de estos pormenores . Fue asintiendo en silencio . Conicía la historia .
- Mi padre - comentó refiriendose al anciano Nathan - sentía una especial predileción por Jesús . Rara era la tarde en que no aparecía por aquí ...- Y señalando con la cabeza a Jacobo, que aguardaba junto a María , añadió sin esconder su nostalgia -: ¡ Qué tiempos ! A este pobre siempre le tocaba lo peor : el amasado el barro . Mi padre trabajaba aquí mismo , en este torno . Y Jesús y Jacobo se sentaban donde tú te encuentras ahora ... Y ahí permanecían horas y horas , viendo girar las ruedas . De vez en vez, cuando desaparecía en el taller , ambos se disputaban el lugar y , a sus espaldas , hacíangirar las pellas . La aventura terminaba siempre con una regañina ...
Santiago y el tercero de los hermanos , provistos de sendos azadones , cambiaron impresiones a las puertas del almacén . Y seguidos por un Jacobo apesadumbrado y por el renco caminar de una María , que trataba en vano de beberse la amergura , rodearon al segundo caserón , deteniéndose frente a una vieja amiga de Nathan: una frondosa higuera de casi cinco metros de altura , de ramos frescos y domesticados por la reciente primavera .
Autor J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Al reparar en mi leal interés , el artesano que fabricaba los jarros sonrió comprensivo . Y sin detener la manipulación de la choreante arcilla preguntó si era amigo de la familia . Mi respuesta le tranquilizó . A juzgar por su lámina , fronteriza con los cuarenta o cuarenta y cinco años , aquel hombre tenía que haber sido compañero del Jesús noño o adolescente .Y recordando las explicaciones de la Señora sobre las infantiles aficiones de su hijo por el modelado en general y aquel taller en particular me arriesgué a interrogarle acerca de estos pormenores . Fue asintiendo en silencio . Conicía la historia .
- Mi padre - comentó refiriendose al anciano Nathan - sentía una especial predileción por Jesús . Rara era la tarde en que no aparecía por aquí ...- Y señalando con la cabeza a Jacobo, que aguardaba junto a María , añadió sin esconder su nostalgia -: ¡ Qué tiempos ! A este pobre siempre le tocaba lo peor : el amasado el barro . Mi padre trabajaba aquí mismo , en este torno . Y Jesús y Jacobo se sentaban donde tú te encuentras ahora ... Y ahí permanecían horas y horas , viendo girar las ruedas . De vez en vez, cuando desaparecía en el taller , ambos se disputaban el lugar y , a sus espaldas , hacíangirar las pellas . La aventura terminaba siempre con una regañina ...
Santiago y el tercero de los hermanos , provistos de sendos azadones , cambiaron impresiones a las puertas del almacén . Y seguidos por un Jacobo apesadumbrado y por el renco caminar de una María , que trataba en vano de beberse la amergura , rodearon al segundo caserón , deteniéndose frente a una vieja amiga de Nathan: una frondosa higuera de casi cinco metros de altura , de ramos frescos y domesticados por la reciente primavera .
Autor J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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