viernes, 4 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 26 de abril , miércoles ( 38 )

A medio centenar de metros de la senda que unía  Nazaret con la capital de la baja Galilea la plantación de olivos quedó difinitivamente cortada , incapaz de congeniar con el blanco roqueo que gobernaba el estribo norte del monte .
Mi compañero , que podría haber caminado por aquellos parajes con los ojos vendados , siguió un angosto y liliputiense paso , desciándose hacia la izquierda  , La maniobra  me desconcertó . Los racimos  de piedras no eran excesibamente ariscos ni elevados . Bastaba con trepar por ellos  para ganar el camino principal en cuestión de minutos  . Y al aproximarse a uno de los peñascos  más sobresalientes , superior a los dos metros de altura  , se volvió , indicándome con la mano izquierda  extendida  que me detuviera . Después , llevando el dedo índice  a los labios me ordenó silencio . Ni me moví ni respiré . Y cautelosamente , procurando que sus sandalias  apenas rozasen el suelo fue rodeando la peña hasta desaparecer de mi vista  . Y aunque agucé los oídos , a excepción de los lejanos graznidos  de los córvidos  del bosque de durillos , no registre una sola indicación que me advirtiera lo que existía al otro lado del murallón . El noble ejercicio de la espera  nunca fue mi fuerte . Así que , desobedeciendo a mi compañero , seguí sus pasos  con idéntica o mayor prevención , eso sí , asomando la nariz por el perfil de la piedra  . A diez metros , el terreno formaba  un pequeño anfiteatro . Y al << descubrirlos >> en mitad del calvero el susto dobçó mis rodillas . Instintivamente me eché atrás , recostándome en la pared . ¿ Estaba soñando ?  Cerré los ojos  y al abrirlos comprendí que no . Nada habia cambiado . La << vara >> continuaba en mi mano derecha . El sol corría sin ganas hacia el oeste . La dureza de la roca era intuida bajo la << piel de serpiente >> . Entonces , esa << visión >> ...
Y tragando la escasa saliva que había sobrevivido al susto, el miedo y yo nos delizamos  por segunda vez  paralelos a la peña  , en un vano intento de asegurarnos  de que todo se debía a una alucinación.
Esta vez fue el corazón el que protestó . ¡ Uno de los fantasmas portaba una corta tea  ! Evidentemente  no estaba soñando .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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