viernes, 4 de marzo de 2016

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - Tomo 4 - El Diario , 26 de abril , miércoles ( 37 )

Una mano en el hombro vino a sacarme de mis reflexiones . Santiago , al percibir mi respetuosa actitud ante la lápida de su padre y hermano , me envolvió en su gratitud . Y esclamó bajando la voz :
- Ya no están aquí . Vamos ...
Jacobo esperaba junto a la choza . El sepulturero de Nazaret , que guardaba los útiles de trabajo en la menciomada cabaña , se hallaba ausente . Una mujer envejecida y desastrosamente maquillada  se sentaba a la puerta  , conversando con nuestro amigo . Por lo que pude deducir , la galilea  del << antifaz >> azulón azulón en los ojos residía  en el cobertizo . Ejercía  como plañidera  profesional en los funerales y , de paso , como prostituta de cementerio ; algo parecido a las célebres bustuariae romanas , que ejercian el doble y singular << tabajo >> de llorar a los muertos y alegrar a los vivos ... Una costumbre que << resucitaría >> en Francia catorce siglos después , en pleno apogeo de culto a la muerte .
La << burrita >> , como era de esperar , nada sabía sobre el Zebedeo . Aun así , el incansable Santiago dio la vuelta a la choza , inspeccionando una escondida pared rocosa que se levantaba al sur del camposanto . Cinco grandes piedras circulares  cerraban otras tantas criptas . Eran los panteones de los ricos del pueblo  . La imposibilidad física de mover las muelas  - para ello se necesitaba  el concurso de , al menos  , cuatro hombres - le hizo desistir . En algo sí llevaba  razón , cualquiera de aquellas criptas hubiera sido el lugar ideal para esconder un cadáver . Pero , tarde o temprano - me dije a mí mismo rechazando la hipótesis del galileo - podía ser destapada y descubierto el  cuerpo del delito >> . No , aquéllo no era verosímil.
Al dejar atras el camposanto , Jacobo preguntó a su cuñado por sus inmediatos planes . Y marcándole el manantial que abastecía  al pueblo y que manaba algo más arriba , a corta distancia del filo oriental de la cima , le sugerió que lo inspeccionara  y que recorriera el acueducto . Él , por su parte , descendería  hasta el camino de Séforis , reuniéndose en el << ala de pájaro >> . A regañadientes  , estimando que le había tocado el capítulo más incómodo , inició la ascensión , perdiéndose en el olivar . Y quien esto escribe  , sin saber muy bien por qué , se unió a Santiago , descendiendo a campo a través .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
 Antonio Martinez

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