Y sin propornérmelo me vi en el interior de una habitación de unos seis por tres metros , casi ahogada por la oscuridad , en uno de cuyos extremos divisé dos grandes cubas de casi un metro de diámetro por otro de altura . A su lado habían sido situadas varias pilas de escaso fondo y un banco de mampostería . En las cubas se había introducido potasa y cal apagada , así como una pequeña cantidad de índigoen una de ellas y el doble en la siguiente . Cada cuba , cerrada por una cubierta de piedra , presentaba un pequeño orificio o boca central ( de unos 15 centímetros )en la citada tapa . Por allí , el amigo Malkiyías iba introduciendo los hilos de los diferentes tejidos , procediendo a su tinte . En otra de las pilas , varios obreros manipulaban grandes paños de tela , sumergiéndolos en baños de púrpura y escarlata .
Juan le expuso mi deseo de hacer un regalo a un amigo , rogándole que nos enseñara algunos de los mantos mejor trabajados y listos ya para su traslado al gremio de los vendedores de telas . El jefe de la tintorería aceptó con gusto , mostrándonos un abundante surtido de ropones , túnicas de lana y algodón , mantos para mujeres ( muy parecidos al actual chal ) y finas vestiduras de hilo de Egipto , teñidos todos ellos en los más variados y sugestivos colores .
y , de pronto , al revisar aquellas prendas , tuve una isea . Busqué entre los tejidos más delicados y señalándole a Juan un manto de lino blanco , le dije :
- Éste ....Desearía llevarme éste ...
El discípulo me miró con asombro y me comentó :
- Pero , Jasón , éste es un manto de mujer ...
- Lo sé - repuse -, pero acabo de tener una idea mejor .
Juan respetó mi silencio , y sin hacerme una sola pregunta sobre aquel repentino cambio , acordó con el maestro artesano el precio del rico manto . Aunque aquel tipo de operaciones comerciales estaba prohibido - ya que los tintoreros no podían vender sus productos directamente al público -, la amistad entre Juan y Malkiyías sirvió para soslayar el problema .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Juan le expuso mi deseo de hacer un regalo a un amigo , rogándole que nos enseñara algunos de los mantos mejor trabajados y listos ya para su traslado al gremio de los vendedores de telas . El jefe de la tintorería aceptó con gusto , mostrándonos un abundante surtido de ropones , túnicas de lana y algodón , mantos para mujeres ( muy parecidos al actual chal ) y finas vestiduras de hilo de Egipto , teñidos todos ellos en los más variados y sugestivos colores .
y , de pronto , al revisar aquellas prendas , tuve una isea . Busqué entre los tejidos más delicados y señalándole a Juan un manto de lino blanco , le dije :
- Éste ....Desearía llevarme éste ...
El discípulo me miró con asombro y me comentó :
- Pero , Jasón , éste es un manto de mujer ...
- Lo sé - repuse -, pero acabo de tener una idea mejor .
Juan respetó mi silencio , y sin hacerme una sola pregunta sobre aquel repentino cambio , acordó con el maestro artesano el precio del rico manto . Aunque aquel tipo de operaciones comerciales estaba prohibido - ya que los tintoreros no podían vender sus productos directamente al público -, la amistad entre Juan y Malkiyías sirvió para soslayar el problema .
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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