Recogí algunas de las níspolas que habían caído sobre el césped y las guardé en mi bolsa. Por último , corté una pequeña rama y la deposité al pie de la lápida .
Poco a poco , con un sol moribundo a mis espaldas , fui alejándome de aquel lugar . No he vuelto a ver el frágil níspero de hojas verdes y diminutas que acompañaba al héroe norteamericano , pero ambos sabemos que aquella tarde , parte de mi corazón quedó en Arlington.
En mi plan original de fuga yo no había previsto , ni mucho menos , que el regreso fuese precisamente por la puerta principal del hotel . Ahora que lo piensocon una cierta perspectiva , de haber sabido entonces que no existía posibilidad de acceso desde la callejuela posterior a la escalera de incendios , lo más seguro es que no me hubiera jugado el todo por el todo por aquella innecesaria comprobación en el Cementerio Nacional de Arlington . Pero ya no podía echarme atras . Soy hombre que acepta los riesgos y , además , encantado .
El crepúsculo había empezado a adormilar los colores de la gran ciudad cuando el taxi se detubo frente a la puerta giratoria de mi hotel . Mientras abonaba la carrera , respiré aliviado al reconocer frente a mi , a una veintena de pasos , el turismo de mis perseverantes guardianes . O mucho me equivocaba , o aquellos individuos me creían durmiendo a pierna suelta . Pronto iba a comprobarlo...
Salté del taxi y crucé la acera , mirando de reojo hacia mi izquierda . Aunque fue cuestión de segundos , pude percibir cómo uno de los agentes - el que permanecía al volante - se agitaba , tocando con precipitación el hombro de su compinche , que se hallaba leyendo un periódico . No sé que pudo suceder despues . Me colé en el hall como una exhalación , evetando el ascensor . Gracias al cielo , el recepcionista se encontraba de espaldas y presumo que no me vio desaparecer escaleras arriba
Jadeando y maldiciendo el tabaco irrumpí en mi habitación , en el momento preciso en que sonaba el teléfono.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Poco a poco , con un sol moribundo a mis espaldas , fui alejándome de aquel lugar . No he vuelto a ver el frágil níspero de hojas verdes y diminutas que acompañaba al héroe norteamericano , pero ambos sabemos que aquella tarde , parte de mi corazón quedó en Arlington.
En mi plan original de fuga yo no había previsto , ni mucho menos , que el regreso fuese precisamente por la puerta principal del hotel . Ahora que lo piensocon una cierta perspectiva , de haber sabido entonces que no existía posibilidad de acceso desde la callejuela posterior a la escalera de incendios , lo más seguro es que no me hubiera jugado el todo por el todo por aquella innecesaria comprobación en el Cementerio Nacional de Arlington . Pero ya no podía echarme atras . Soy hombre que acepta los riesgos y , además , encantado .
El crepúsculo había empezado a adormilar los colores de la gran ciudad cuando el taxi se detubo frente a la puerta giratoria de mi hotel . Mientras abonaba la carrera , respiré aliviado al reconocer frente a mi , a una veintena de pasos , el turismo de mis perseverantes guardianes . O mucho me equivocaba , o aquellos individuos me creían durmiendo a pierna suelta . Pronto iba a comprobarlo...
Salté del taxi y crucé la acera , mirando de reojo hacia mi izquierda . Aunque fue cuestión de segundos , pude percibir cómo uno de los agentes - el que permanecía al volante - se agitaba , tocando con precipitación el hombro de su compinche , que se hallaba leyendo un periódico . No sé que pudo suceder despues . Me colé en el hall como una exhalación , evetando el ascensor . Gracias al cielo , el recepcionista se encontraba de espaldas y presumo que no me vio desaparecer escaleras arriba
Jadeando y maldiciendo el tabaco irrumpí en mi habitación , en el momento preciso en que sonaba el teléfono.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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