Con las manos en los bolsillos y el dietario de campo bien sujeto bajo el brazo , camuflado entre los periodicos , fui alejándome con aire distraído , como quien inocia un apacible paseo . El peso de los folios - en especial los del tórax - empezaba a lastimarme .
Con dos o tres paradas , aparentemente casuales , frente a otros tantos comercios , fue más que suficiente como para comprobar que los agentes no se habían movido del interior del turismo . Con aquel paso igualmente displicente desaparecí de la calle 17 , en busca de la populosa avenida Pennsylvania , entre cuyos restaurantes , galerías comerciales , pub , y cinematógrafos siempre resulta más fácil pasar inavertido .
Adquirí un boleto y a las siete y media penetraba en una de las salas de proyección . Pero mi intención no era ver una película . A los 15 minutos , y ante la indiferencia del portero , abandoné el cine , dirigiéndome a una cabina telefónica.
Aunque me hallaba muy cerca de la calle 14 , estimé que era mucho más prudente llamar primero a las oficinas de la agencia Efe en Washington . Uno de los periodistas - viejo amigo - iba a jugar un papel decisivo en esta última parte del plan . Como era de esperar , el primer número comunicaba sin cesar . Marqué el segundo - 3323120 - y , al fin , logré hablar con la redacción .
No me vi forzado a darle demasiadas explicaciones . El compañero y colega , cuya identidad no puedo revelar , por razones obvias , intuyó que me ocurría algo fuera de lo normal y aceptó verme de inmediato.
A eso de las ocho y media de la noche retrocedí hasta McPherson Square y , convencido de que nadie me seguía , me deslicé rápidamente hacia el vetusto ascensor del National Press Building , en la mencionada calle 14 del sector NW de la ciudad . Mi amigo me aguardaba en el departamente 969 , sede de la agencia Efe .
Una hora después , con el mismo aire despreocupado , empujaba la puerta giratoria del hotel . De buen grado , y sin hacer demasiadas preguntas , el periodista me había prometido su ayuda .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Con dos o tres paradas , aparentemente casuales , frente a otros tantos comercios , fue más que suficiente como para comprobar que los agentes no se habían movido del interior del turismo . Con aquel paso igualmente displicente desaparecí de la calle 17 , en busca de la populosa avenida Pennsylvania , entre cuyos restaurantes , galerías comerciales , pub , y cinematógrafos siempre resulta más fácil pasar inavertido .
Adquirí un boleto y a las siete y media penetraba en una de las salas de proyección . Pero mi intención no era ver una película . A los 15 minutos , y ante la indiferencia del portero , abandoné el cine , dirigiéndome a una cabina telefónica.
Aunque me hallaba muy cerca de la calle 14 , estimé que era mucho más prudente llamar primero a las oficinas de la agencia Efe en Washington . Uno de los periodistas - viejo amigo - iba a jugar un papel decisivo en esta última parte del plan . Como era de esperar , el primer número comunicaba sin cesar . Marqué el segundo - 3323120 - y , al fin , logré hablar con la redacción .
No me vi forzado a darle demasiadas explicaciones . El compañero y colega , cuya identidad no puedo revelar , por razones obvias , intuyó que me ocurría algo fuera de lo normal y aceptó verme de inmediato.
A eso de las ocho y media de la noche retrocedí hasta McPherson Square y , convencido de que nadie me seguía , me deslicé rápidamente hacia el vetusto ascensor del National Press Building , en la mencionada calle 14 del sector NW de la ciudad . Mi amigo me aguardaba en el departamente 969 , sede de la agencia Efe .
Una hora después , con el mismo aire despreocupado , empujaba la puerta giratoria del hotel . De buen grado , y sin hacer demasiadas preguntas , el periodista me había prometido su ayuda .
Autor :J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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