De pronto me vino a la memoria la escalera de incendios .
<< Sí - me dije a mí mismo , tratando de animarme - ahí puede estar la salida .>>
Prendí la televisión y , procurando hacer el menor ruido posible , abrí lentamente la puerta . El pasillo aparecía desierto . Rápidamente me situé al fondo del corredor , frente a la salida de emergencia . A diferencia de lo que suele ocurrir en los hoteles españoles , los norteamericanos procuran que estas puertas permanezcan permanentemente abiertas . Al asomarme al exterior , desde la plataforma meálica o descansillo que una la escalera con la sexta planta en la que me encontraba , comprobé que aquella salida conducía directamente a una calle estrecha y poco transitada . En las inmediaciones no había un solo vehículo . Eso me tranquilizó .
A los pocos minutos cerraba de nuevo la puerta de mi habitación y me preparé para la fuga . Lo más importante era no levantar sospechas . Así que , siguiendo un metódico plan , telefoneé al room service y solicité un frugal almuerzo . a continuación me desnudé , enfundándome el pijama . Marqué el número de conserjería y adoptando un tono lento y cansino , le expliqué al empleado de turno que estaba muy fatigado y que deseaba dormir . Por último , y tras insistir en que no me pasara ninguna llamada , le rogué que me despertara a las seis y media de la tarde . Si, como yo sospechaba , los responsables del hotel tenían órdenes de vigilar y comunicar mis entradas y salidas , ésta podía ser una buena coartada.
A los quince minutos , un camarero llamaba a la puerta . Empujó el carrito con la comida y , tras depositar en su mano una sustanciosa propina , le anuncié que no se molestara en regresar para recoger la pequeña mesa rodante .
<< Yo mismo la sacaré al pasillo cuando me despierte >>, remaché .
El hombre pareció conforme y desapareció corredor adelante , mientras yo volvía a colgar el cartel de No molesten .
Autor :J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
<< Sí - me dije a mí mismo , tratando de animarme - ahí puede estar la salida .>>
Prendí la televisión y , procurando hacer el menor ruido posible , abrí lentamente la puerta . El pasillo aparecía desierto . Rápidamente me situé al fondo del corredor , frente a la salida de emergencia . A diferencia de lo que suele ocurrir en los hoteles españoles , los norteamericanos procuran que estas puertas permanezcan permanentemente abiertas . Al asomarme al exterior , desde la plataforma meálica o descansillo que una la escalera con la sexta planta en la que me encontraba , comprobé que aquella salida conducía directamente a una calle estrecha y poco transitada . En las inmediaciones no había un solo vehículo . Eso me tranquilizó .
A los pocos minutos cerraba de nuevo la puerta de mi habitación y me preparé para la fuga . Lo más importante era no levantar sospechas . Así que , siguiendo un metódico plan , telefoneé al room service y solicité un frugal almuerzo . a continuación me desnudé , enfundándome el pijama . Marqué el número de conserjería y adoptando un tono lento y cansino , le expliqué al empleado de turno que estaba muy fatigado y que deseaba dormir . Por último , y tras insistir en que no me pasara ninguna llamada , le rogué que me despertara a las seis y media de la tarde . Si, como yo sospechaba , los responsables del hotel tenían órdenes de vigilar y comunicar mis entradas y salidas , ésta podía ser una buena coartada.
A los quince minutos , un camarero llamaba a la puerta . Empujó el carrito con la comida y , tras depositar en su mano una sustanciosa propina , le anuncié que no se molestara en regresar para recoger la pequeña mesa rodante .
<< Yo mismo la sacaré al pasillo cuando me despierte >>, remaché .
El hombre pareció conforme y desapareció corredor adelante , mientras yo volvía a colgar el cartel de No molesten .
Autor :J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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