María Marcos , con su proverbial diligencia , aparentemente ajena a las discusiones y polémicas de los discípulos , no había guardado un momento de respiro . Durante toda la noche la vi entrar y salir del patio , cambiando impresiones con Felipe y , siempre discreta y silenciosa , adelantando la obligada molienda del grano . En esta oportunidad , la servidumbre no utilizó el pequeño mortero de piedra , tan común en las casas judías . A eso de la medianoche , dos de los sirvientes depositaron en el patio un pesado artilugio , consistente en dos grandes discos de basalto . El inferior , de unos noventa centímetros de diámetro por veinte de altura , presentaba la cara superior sensiblemente convexa . En el centro emergía un sólido pivote de hierro de otros treinta o treintaicinco centímetros de longitud . A verlos aparecer , intrigado , abandoné por unos instantes el acogedor fuego , observando sus diestras maniobras . Uno de ellos extendió un paño de tela sobre el enladrillado del piso y , acto seguido , no sin esfuerzo , tomaron la mencionada muela , situándola en el centro de la negra arpillera . A continuación repitieron la operación , encajando la segunda rueda de basalto en el eje de la primera muela . La superior , de algo más de medio metro de diámetro , había sido labrada de tal forma que la superficie inferior , notablemente cóncaba , se acoplase a la perfección con la que descansaba sobre el pavimento . El orificio que perforaba este disco superior , en el que entraba el pivote de hierro , semejaba un embudo . Comprendí que se trataba de un << molino >> casero , con una mayor capacidad de trituración y , por tanto , muy útil en determinadas circunstancias . Y aquella , sin duda , era una situación de emergencia . Encajadas << las dos muelas >> - éste era , al parecer , el nombre del aparejo -, uno de los sirvientes echó mano de una vasija de piedra repleta de trigo , iniciando la molienda propiamente dicha . Co la izquierda hizo presa en un mango de madera , empotrado verticalmente en el filo de la rueda superior , haciéndola girar con fuerza . Al mismo tiempo , con la manoderecha , fue vaciando caciando los puñados de grano sobre el embudo central . Durante algunos minutos permanecí absorto y maravillado ante el primitivo e ingenioso sistema . El áspero bramido del basalto , girando lenta e inexorablemente , se adueñó del lugar , obligando a los discípulos a elevar el tono de sus voces . Transcurrida una media hora , el segundo sirviente se arrodilló frente al molino , relevando al primero.
Autor :J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Autor :J.J.benitez
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Antonio Martinez
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