Kottek y el responsable del Museo me situaron en una de las esquinas de la sala , abriendo ante mi un grueso volumen con las hojas en blanco .
- Nos sentiriamos muy honrados - aclaró el director - si estampara su firma en el libro de oro de la casa ...
<< ¡ Dios mío ! >>
Aquel entrañable gesto colmó la medida de mi propio deshonor . Hice lo que me pedían y , al retirarme , una esquiva mirada de lam guardiana , removiendo los cartuchos y comprobando la lista de los pergaminos , heló la escasa sangre que aún circulaba por mis venas . Astuta y desconfiada como un lince , había empezado a pasar revista al insustituible tesoro arqueológico . Estaba perdido .
A las once y treinta de aquella nefasta mañana ponía los pies en la calle , huyendo como una rata . Mis pensamientos , lacerados por un instantántaneo arrepentimiento , no daba abasto . << ¿ Qué nueva locura había perpretado ? ¿ Cómo podía ser tan miserable y , lo que era peor , tan insensato y estúpido ? >>
Casi con seguridad , no tardarían en comprobar que faltaba uno de los pergaminos . << ¡ Dios mío ! >> La angustia me acorraló contra mí mismo .En el tiempo que necesité para alejarme tres o cuatro manzanas , un tétrico film de muy posibles y más que justas represalias desfiló por mi alma . El desliz podía costarme caro .
Me detuve en mitad de la avenida George V . Dudé . ¿ Deshacía lo andado y devolvía el rollo a sus legítimos propietarios ? No me atreví . La verguenza fue superior . << Además - me consolé en el colmo de la necedad -, quizá no hayan advertido su desaparición . Quizá - suponiendo que lo detecten - no sepan qué pensar . >>
Por encima de aquellas pueriles lucubraciones , algo se impuso : había que restitir el documento . Una cosa era << jugar >> a espías y otra , muy diferente , el hurto de una pieza que , para más inri , no aportaba nada nuevo a lo ya conquistado . Ciertamente , el asunto se me había ido de las manos . Sólo espero que mis anfitriones sepan perdonar algún día a este desdichado . En el pecado iba ya la penitencia . A partir de aquellos momentos , la desazón , los remordimientos y el terror me torturarían sin piedad .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- Nos sentiriamos muy honrados - aclaró el director - si estampara su firma en el libro de oro de la casa ...
<< ¡ Dios mío ! >>
Aquel entrañable gesto colmó la medida de mi propio deshonor . Hice lo que me pedían y , al retirarme , una esquiva mirada de lam guardiana , removiendo los cartuchos y comprobando la lista de los pergaminos , heló la escasa sangre que aún circulaba por mis venas . Astuta y desconfiada como un lince , había empezado a pasar revista al insustituible tesoro arqueológico . Estaba perdido .
A las once y treinta de aquella nefasta mañana ponía los pies en la calle , huyendo como una rata . Mis pensamientos , lacerados por un instantántaneo arrepentimiento , no daba abasto . << ¿ Qué nueva locura había perpretado ? ¿ Cómo podía ser tan miserable y , lo que era peor , tan insensato y estúpido ? >>
Casi con seguridad , no tardarían en comprobar que faltaba uno de los pergaminos . << ¡ Dios mío ! >> La angustia me acorraló contra mí mismo .En el tiempo que necesité para alejarme tres o cuatro manzanas , un tétrico film de muy posibles y más que justas represalias desfiló por mi alma . El desliz podía costarme caro .
Me detuve en mitad de la avenida George V . Dudé . ¿ Deshacía lo andado y devolvía el rollo a sus legítimos propietarios ? No me atreví . La verguenza fue superior . << Además - me consolé en el colmo de la necedad -, quizá no hayan advertido su desaparición . Quizá - suponiendo que lo detecten - no sepan qué pensar . >>
Por encima de aquellas pueriles lucubraciones , algo se impuso : había que restitir el documento . Una cosa era << jugar >> a espías y otra , muy diferente , el hurto de una pieza que , para más inri , no aportaba nada nuevo a lo ya conquistado . Ciertamente , el asunto se me había ido de las manos . Sólo espero que mis anfitriones sepan perdonar algún día a este desdichado . En el pecado iba ya la penitencia . A partir de aquellos momentos , la desazón , los remordimientos y el terror me torturarían sin piedad .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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