Con total premeditación , regateé durante varios segundos con el primero de los taxistas apostados en el hotel . El precio a Tiberíades era justo y razonable . Sin embargo , rechacé la oferta y pasé al segundo árabe . Esta vez me detube frente a la ventanilla del conductor , justo para rogarle que abriera el portaequipajes . Cargados los bultos , con los nervios desatados , le di una escueta orden :
- ¡ A Tel Aviv !
A las 16 horas , el taxi partía veloz y , lo que era más importante , sin << escolta >> alguna . La << travesura >> con el Mercedes , aprendida de algunos amigos de los servicios españoles de INteligencia , me daba cierta ventaja . Si los burlados agentes acertaban a interrogar al primero de losm taxistas , sólo obtendrían la confirmación de mi falso desplazamiento a Tiberíades . Teniendo en cuenta que el tiempo estimado desde Jerusalén al lago podía cifrarse en hora u hora y media , el beneficio resultante - a mi favor , claro -era prometedor . Pero no podía confiarme . Si detectaban mi presencia en el aeropuerto Ben Gurión , todo habría sido en vano .
El anuncio de una propina hizo volar al voluntarioso taxista . Cuarenta minutos más tarde , desquiciado y con la lengua colgando , hacía un alto en la larga fila de pasajeros que , como yo , pretendían volar a Barcelona . El miedo , lejos de esfumarse , se asentó en mis huesos . Cada rostro, cada individuo que se aproximaba o lejaba , se convirtieron en una amenaza . Pero el cupo de mis errores no estaba colmado . Inconscientemente - producto de la tensió - olvidé presentar el equipaje a los funcionarios de seguridad . La azafata me lo recordó al depositarlo en la cinta transportadora . En efecto , la mochila y las bolsas no presentaban la obligada y pequeña etiqueta que acredita el visto bueno de la policía . Me eché a temblar .
Una joven funcionaria se responsabilizó de mi impedimenta , exigiéndome la documentación . Teóricamente no tenía nada que ocultar . Pero la inquisitiva mirada de la muchacha me intimidó.
- ¿ Periodista ? - preguntó con desconfianza .
Asentí sin voz .
- ¿ Y por qué ha venido a Israel ?
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¡ A Tel Aviv !
A las 16 horas , el taxi partía veloz y , lo que era más importante , sin << escolta >> alguna . La << travesura >> con el Mercedes , aprendida de algunos amigos de los servicios españoles de INteligencia , me daba cierta ventaja . Si los burlados agentes acertaban a interrogar al primero de losm taxistas , sólo obtendrían la confirmación de mi falso desplazamiento a Tiberíades . Teniendo en cuenta que el tiempo estimado desde Jerusalén al lago podía cifrarse en hora u hora y media , el beneficio resultante - a mi favor , claro -era prometedor . Pero no podía confiarme . Si detectaban mi presencia en el aeropuerto Ben Gurión , todo habría sido en vano .
El anuncio de una propina hizo volar al voluntarioso taxista . Cuarenta minutos más tarde , desquiciado y con la lengua colgando , hacía un alto en la larga fila de pasajeros que , como yo , pretendían volar a Barcelona . El miedo , lejos de esfumarse , se asentó en mis huesos . Cada rostro, cada individuo que se aproximaba o lejaba , se convirtieron en una amenaza . Pero el cupo de mis errores no estaba colmado . Inconscientemente - producto de la tensió - olvidé presentar el equipaje a los funcionarios de seguridad . La azafata me lo recordó al depositarlo en la cinta transportadora . En efecto , la mochila y las bolsas no presentaban la obligada y pequeña etiqueta que acredita el visto bueno de la policía . Me eché a temblar .
Una joven funcionaria se responsabilizó de mi impedimenta , exigiéndome la documentación . Teóricamente no tenía nada que ocultar . Pero la inquisitiva mirada de la muchacha me intimidó.
- ¿ Periodista ? - preguntó con desconfianza .
Asentí sin voz .
- ¿ Y por qué ha venido a Israel ?
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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