La ocasión - ni que pintada - fue exprimida exprimida como un limón . Tatsuhiro conocía España . En realidad , todo su bagaje << cultural >> sobre mi país quedaba reducido a la obra de Picasso m Dalí y al barrio << chino >> de Barcelona . Para mi fue más que suficiente , logrando lo que necesitaba : estirar el refigerio durante una hora y , entre risas y chanzas , brindarme como << guía turístico >> . Los cándidos y providenciales amigos aceptaron de mil amores . De esta forma , tan simple como inesperada , vi cubierta la totalidad de aquella luminosa mañana .
Hacia las tres de la tarde - agradecidos y emocionados como niños por el fastuoso periplo por la Ciudad Vieja - nos despedimos << hasta otra >>.
No había tiempo que perder . Haciendo acopio de fuerzas y de la deshilachada serenidad que aún conservaba , requerí los servicios de uno de los recepcionistas , explicándole que deseaba dormir esa noche en la ciudad de Tiberíades y que , si fuera posible , telefoneara al Golán , confirmando la reserva , Ante mi insistencia , el judío llevó a cabo la diligencia en aquellos mismos momentos . No hubo problemas . El hotel , en el que me había alojado en 1985 , disponía de plazas libres . El plan fue rematado con una segunda consulta : ¿ a cuánto podía ascender la tarifa de un taxi hasta dicha población ?
Dispuesto el cebo , me encaminé a los ascensores . Faltaba , sin embargo , la operación más << delicada >> . ¿ Cómo confundir a los hipotéticos y desconfiados miembros del Agaf ? . Si deambulaban por el hotel no tardarían en ser puntualmente informados de mis supuestos propósitos de viajar a orillas del mar de Galilea . En ese caso podían suceder dos cosas : que me siguieran o que confiaran la misión a otros secuaces , en Tiberíades . El peligro radicaba en lo primero . Sólo tenía una opción . Era arriesgada , pero francamente , a estas alturas , todo me daba igual .
15,30 horas.
Apuré el tiempo al máximo . Si << aquello >> daba fruto , disponía de escasos minutos para recoger el equipaje , abonar la factura y embarcar.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Hacia las tres de la tarde - agradecidos y emocionados como niños por el fastuoso periplo por la Ciudad Vieja - nos despedimos << hasta otra >>.
No había tiempo que perder . Haciendo acopio de fuerzas y de la deshilachada serenidad que aún conservaba , requerí los servicios de uno de los recepcionistas , explicándole que deseaba dormir esa noche en la ciudad de Tiberíades y que , si fuera posible , telefoneara al Golán , confirmando la reserva , Ante mi insistencia , el judío llevó a cabo la diligencia en aquellos mismos momentos . No hubo problemas . El hotel , en el que me había alojado en 1985 , disponía de plazas libres . El plan fue rematado con una segunda consulta : ¿ a cuánto podía ascender la tarifa de un taxi hasta dicha población ?
Dispuesto el cebo , me encaminé a los ascensores . Faltaba , sin embargo , la operación más << delicada >> . ¿ Cómo confundir a los hipotéticos y desconfiados miembros del Agaf ? . Si deambulaban por el hotel no tardarían en ser puntualmente informados de mis supuestos propósitos de viajar a orillas del mar de Galilea . En ese caso podían suceder dos cosas : que me siguieran o que confiaran la misión a otros secuaces , en Tiberíades . El peligro radicaba en lo primero . Sólo tenía una opción . Era arriesgada , pero francamente , a estas alturas , todo me daba igual .
15,30 horas.
Apuré el tiempo al máximo . Si << aquello >> daba fruto , disponía de escasos minutos para recoger el equipaje , abonar la factura y embarcar.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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