No sé si alcancé a descansar una o dos horas . Fue una noche sin principio ni fin , saturada de presagios , rezumante de temores . Rayando el alba dispuse el equipaje . El vuelo , desde Tel Aviv , tenía previsto el despegue para las 18 horas . El Destino , irónico y contradictorio , me regalaba un tiempo que no deseaba .
Siguiendo el programa diseñado por marcos , mientras aplicaba nuevos y severos masajes a las doloridas fibras musculares , repasé los obligados e inminentes << movimientos >> . Todo , por desgracia , se veía trastornado a raiz del lamentable asunto del museo . Ya sólo podía confiar en la suerte y , desde luego , en la posibilidad de que las pesquisas y decisiones de los dueños del pergamino resultaran << causalmente >> frenadas , aunque sólo fuera por unas horas . El dilatado silencio de los medios oficiales me traía a mal vivir....
Como de costumbre , el comedor del Moriah se hallaba repleto de turistas . Aquel era otro factor clave . Aunque lo sospechaba , tenía que asegurarme : ¿ quién o quiénes se encargaban ahora de mi << custodia >> ? Entre tanto anglo sajón , latino y oriental , descubrir a los posibles agentes de la Inteligencia militar hebrea fue un cometido condenado al fracaso . Cualquiera de aquellos glotones comensales - con los que crucé más de una mirada - podía ser el hombre . Prudentemente , busqué la compaía de unas foráneos . No podía concederme la licencia de desayunar en solitario . Cuanto más tiempo permaneciera arropado por extraños , más sólida era la posibilidad de escapar indemne de las garras de mis invisibles controladores .
Al pie del self - service - con notable acierto - fui a escoger a una pareja de risueños japoneses . Yo sabía que las diferentes ramas de los servicios secretos judíos difícilmente enrolaban en sus staffs a individuos que no sean de su propia raza . Esta sagrada norma me llevó a confiar en los nipones . Y mire usted por dónde , los ceremoniosas Tatsuhiro Kataoka y Yutaka Matsukawa resultaron ser colegas . El primero , como editor de libros de arte , de la firma Kodansha , Ltd . El segundo , como fotógrafo de la misma editorial , con sede en Bunkyo - Ku ( Tokio ) . Así al menos , figura en las tarjetas que intercambiamos .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo Antonio Martinez
Siguiendo el programa diseñado por marcos , mientras aplicaba nuevos y severos masajes a las doloridas fibras musculares , repasé los obligados e inminentes << movimientos >> . Todo , por desgracia , se veía trastornado a raiz del lamentable asunto del museo . Ya sólo podía confiar en la suerte y , desde luego , en la posibilidad de que las pesquisas y decisiones de los dueños del pergamino resultaran << causalmente >> frenadas , aunque sólo fuera por unas horas . El dilatado silencio de los medios oficiales me traía a mal vivir....
Como de costumbre , el comedor del Moriah se hallaba repleto de turistas . Aquel era otro factor clave . Aunque lo sospechaba , tenía que asegurarme : ¿ quién o quiénes se encargaban ahora de mi << custodia >> ? Entre tanto anglo sajón , latino y oriental , descubrir a los posibles agentes de la Inteligencia militar hebrea fue un cometido condenado al fracaso . Cualquiera de aquellos glotones comensales - con los que crucé más de una mirada - podía ser el hombre . Prudentemente , busqué la compaía de unas foráneos . No podía concederme la licencia de desayunar en solitario . Cuanto más tiempo permaneciera arropado por extraños , más sólida era la posibilidad de escapar indemne de las garras de mis invisibles controladores .
Al pie del self - service - con notable acierto - fui a escoger a una pareja de risueños japoneses . Yo sabía que las diferentes ramas de los servicios secretos judíos difícilmente enrolaban en sus staffs a individuos que no sean de su propia raza . Esta sagrada norma me llevó a confiar en los nipones . Y mire usted por dónde , los ceremoniosas Tatsuhiro Kataoka y Yutaka Matsukawa resultaron ser colegas . El primero , como editor de libros de arte , de la firma Kodansha , Ltd . El segundo , como fotógrafo de la misma editorial , con sede en Bunkyo - Ku ( Tokio ) . Así al menos , figura en las tarjetas que intercambiamos .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo Antonio Martinez
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