La llamada a Nazaret varió el curso de la ingrata situación . Me apresuré a cerrar las bolsas de los documentos y , aturullado , sepulté el manojo de recibos y facturas en los diferentes compartimentos de la mochila . Al verla correr por la cinta transportadora respiré hondo . Y sin más demora , volé - más que caminar - hacia el control de pasaportes . Aquel atolondramiento mío al guardar los papeles estuvo apunto de costarme un último y catastrófico disgusto . Pero antes - Dios es misericordioso -, a las puertas del área internacional , me aguardaba una grata e inimaginable sorpresa .
- ¡ Marcos !
El guía , sonriente , dejó que le abrazara . Apenas cruzamos cuatro palabras . Me obsequió un pequeño paquete y , con los ojos húmedos , señalando la bolsa que había custodiado tantos años , me deseó suerte , azuzándome para que cruzara el control . No he vuelto a verle .
Un minuto después , al presentar el pasaporte , el mundo se me vino abajo . La señorita hojeó el documento . Me miró de frente y , con tres palabras , me aniquiló:
- Falta la visa .
Era lo que menos podía imaginar . Recogí el pasaporte y , estupefacto , repetí la operación de la funcionaria . En efecto : la obligada visa turística no aparecía entre las hojas . Evidentemente fue cumplimentada al entrar en el país . Es más : sin aquel trámite y el sellado de la << carta >> no hubiera accedido al territorio . La visa , de eso estaba seguro , tal y como tengo por costumbre en todos mis viajes , había sido meticulosamente guardada entre las páginas del pasaporte . ¿ Cómo era posible ? Sin el documento , las autoridades judías podían retenerme . Me vi perdido . Entre calambres , inspeccioné hasta el último rincón de las ropas . Inutil empeño . Entonces comprendí . La volandera hijilla con caracteres verdes tenía que haberse traspapelado entre las facturas , quedando sepultada en Dios sabe qué lugar de la mochila .
Años atras , en pleno aeropuerto de México D.F. , sufrí un percance similar . Gracias a la persona que me acompañaba , tras revolver la maleta , la tragedia se solventó felizmente . Ahora las circunstancias eranradicalmente distintas . Si perdía el avión , mi suerte estaba sentenciada .
Opté por decirle la verdad . La funcionaria escuchó indiferente . Clamé a los cielos y - ¿ cómo no ? - el << milagro >> se produjo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¡ Marcos !
El guía , sonriente , dejó que le abrazara . Apenas cruzamos cuatro palabras . Me obsequió un pequeño paquete y , con los ojos húmedos , señalando la bolsa que había custodiado tantos años , me deseó suerte , azuzándome para que cruzara el control . No he vuelto a verle .
Un minuto después , al presentar el pasaporte , el mundo se me vino abajo . La señorita hojeó el documento . Me miró de frente y , con tres palabras , me aniquiló:
- Falta la visa .
Era lo que menos podía imaginar . Recogí el pasaporte y , estupefacto , repetí la operación de la funcionaria . En efecto : la obligada visa turística no aparecía entre las hojas . Evidentemente fue cumplimentada al entrar en el país . Es más : sin aquel trámite y el sellado de la << carta >> no hubiera accedido al territorio . La visa , de eso estaba seguro , tal y como tengo por costumbre en todos mis viajes , había sido meticulosamente guardada entre las páginas del pasaporte . ¿ Cómo era posible ? Sin el documento , las autoridades judías podían retenerme . Me vi perdido . Entre calambres , inspeccioné hasta el último rincón de las ropas . Inutil empeño . Entonces comprendí . La volandera hijilla con caracteres verdes tenía que haberse traspapelado entre las facturas , quedando sepultada en Dios sabe qué lugar de la mochila .
Años atras , en pleno aeropuerto de México D.F. , sufrí un percance similar . Gracias a la persona que me acompañaba , tras revolver la maleta , la tragedia se solventó felizmente . Ahora las circunstancias eranradicalmente distintas . Si perdía el avión , mi suerte estaba sentenciada .
Opté por decirle la verdad . La funcionaria escuchó indiferente . Clamé a los cielos y - ¿ cómo no ? - el << milagro >> se produjo .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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