Pujé por hallar un remedio . Todo menos bajar y delatar mi presencia . También era posible que no ocurrira nada , pero ¿ y si ocurría ?
El análisis de la necia situación arrojó dos únicas alternativas . Una : ingeniarmelas para forzar la puerta . Dos : acomodarse en el pasillo y reistir hasta el alba . La última no fue de mi agrado . Así que , malhumorado , hice inventarion de cuanto llevaba encima . El recuento no me estimuló : la cartera , el pasaporte , tabaco , un encendedor , el << cuenta pasos >> , una batería de roturadores - a los que soy tan aficionado - y el cuaderno de << campo >> , con tres o cuatro hojas sueltas , repletas de nombres y direcciones y prendidas a la masa del bloc mediante sendos clips labiados de acero ínoxidable .
- ¡ Escaso arsenal ! - me lamenté -. Si al menos el mechero hubiera sido de gasolina ...
Como ya había << practicado >> en otras locas peripecias , bastaba con inyectar el combustible en el ojo de la cerradura y prenderle fuego . En general , dependiendo , claro está , del tipo de engranaje , el pequeño incencio -explosión terminaba por descomponer el mecanismo . Éste no era el caso - Sólo cabía una solución : los << clips >> . Desbaraté uno de ellos , y con el alambre resultante , confeccioné una ganzúa . Fue absurdo que mirase a uno y otro lado del solitario corredor . ¿ Quién podíam mirarme a tan intempestiva hora ?
La rústica << llave >> hurgó en los entresijos del pomo , a la búsqueda del pestillo . A la tercera o cuarta acometida , un musical clic vino a recompersarme , franqueando el paso .
El destino , aunque uno ya no sabe que pensar , lo tenía todo calculado . Incluso , que yo no recogiera la llave de mi habitación , dando a entender - a propios y extraños - que había pasado la noche fuera .
Lo suponía . A primerisima hora de la mañana del viernes , cuando me disponía a salir , sonó el teléfono . Imaginé el origen de la llamada y , haciendo caso omiso , escapé de la habitación , abriendo así la operación planeada por Marcos .
De momento creí oportuno seguir ocultando mi presencia en el hotel . Así que , con el fin de soslayar engorrosos encuentros , me dirigí directamente al aparcamiento subterraneo .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El análisis de la necia situación arrojó dos únicas alternativas . Una : ingeniarmelas para forzar la puerta . Dos : acomodarse en el pasillo y reistir hasta el alba . La última no fue de mi agrado . Así que , malhumorado , hice inventarion de cuanto llevaba encima . El recuento no me estimuló : la cartera , el pasaporte , tabaco , un encendedor , el << cuenta pasos >> , una batería de roturadores - a los que soy tan aficionado - y el cuaderno de << campo >> , con tres o cuatro hojas sueltas , repletas de nombres y direcciones y prendidas a la masa del bloc mediante sendos clips labiados de acero ínoxidable .
- ¡ Escaso arsenal ! - me lamenté -. Si al menos el mechero hubiera sido de gasolina ...
Como ya había << practicado >> en otras locas peripecias , bastaba con inyectar el combustible en el ojo de la cerradura y prenderle fuego . En general , dependiendo , claro está , del tipo de engranaje , el pequeño incencio -explosión terminaba por descomponer el mecanismo . Éste no era el caso - Sólo cabía una solución : los << clips >> . Desbaraté uno de ellos , y con el alambre resultante , confeccioné una ganzúa . Fue absurdo que mirase a uno y otro lado del solitario corredor . ¿ Quién podíam mirarme a tan intempestiva hora ?
La rústica << llave >> hurgó en los entresijos del pomo , a la búsqueda del pestillo . A la tercera o cuarta acometida , un musical clic vino a recompersarme , franqueando el paso .
El destino , aunque uno ya no sabe que pensar , lo tenía todo calculado . Incluso , que yo no recogiera la llave de mi habitación , dando a entender - a propios y extraños - que había pasado la noche fuera .
Lo suponía . A primerisima hora de la mañana del viernes , cuando me disponía a salir , sonó el teléfono . Imaginé el origen de la llamada y , haciendo caso omiso , escapé de la habitación , abriendo así la operación planeada por Marcos .
De momento creí oportuno seguir ocultando mi presencia en el hotel . Así que , con el fin de soslayar engorrosos encuentros , me dirigí directamente al aparcamiento subterraneo .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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