Medio cegado por las espadas luminosas , caminando siempre detrás del suboficial , no reparé en Civilis hasta que lo tuve encima . Evidentemente nos aguardaba , pero no al griego de Tesalónica . Al comprender que el << poderoso mago >> reclamado por el gobernador era quien esto escribe , el pétreo e inexpresivo rostro acusó cierta sorpresa . Pero , saludando brazo en alto , se limitó a pintar un amago de sonrisa .
No portaba armadura ni casco . Sólo la corta túnica roja , al igual que los infantes , y las inseparables armas : gladius a la izquierda y el familiar puñal con la empuñadura en forma de antílope en pleno salto.
Recibió el rollo y , sin más preámbulos , me invitó a que lo acompañara . En aquel instante , el optio cayó en la cuenta de algo que pasó inadvertido en el registro . Señaló la << vara de Moisés >> y trató de hacerse con ella . Y aunque conocía el reglamento , el instinto se impuso y me resistí . Las educadas protestas del suboficial llamaron la atención del primipilus y centurión - jefe de la cohorte . Y dando media vuelta , con un imperativo cimbreo de la vara de vid , indicó que no importunara , obligandole a retirarse . Agradecí la concesión , añadiendo con un punto de humor que << mis poderes no hubieran sido los mismos sin el lituus >> ( el bastón curvo de los augures ) . No respondió . Y siguiendo impasible hacia el fondo del pasillo . Nunca me acostumbré a la granítica frialdad de aquel corpulento soldado . Pero tampoco me defraudó .
Y al alcanzar la blanca puerta de doble hoja que se alzaba entre las paredes violetas , los dos centinelas que custodiaban el lugar franquearon el paso , retirando mecánicamente las picas que mantenían cruzadas en aspa . Y continuaron rígidos como los hierros de sus pilum.
Civilis saludó golpeando el pecho con la uitis y , decidido empujó la madera .
Imaginé que Poncio se hallaba en aquella estancia . Pero no . La sala aparecía solitaria . Allí me esperaba la primera de las pruebas a que debería enfrentarme en la intensa jornada de aquel lunes , 8 de mayo . Unas pruebas con un desenlace insospechado...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
No portaba armadura ni casco . Sólo la corta túnica roja , al igual que los infantes , y las inseparables armas : gladius a la izquierda y el familiar puñal con la empuñadura en forma de antílope en pleno salto.
Recibió el rollo y , sin más preámbulos , me invitó a que lo acompañara . En aquel instante , el optio cayó en la cuenta de algo que pasó inadvertido en el registro . Señaló la << vara de Moisés >> y trató de hacerse con ella . Y aunque conocía el reglamento , el instinto se impuso y me resistí . Las educadas protestas del suboficial llamaron la atención del primipilus y centurión - jefe de la cohorte . Y dando media vuelta , con un imperativo cimbreo de la vara de vid , indicó que no importunara , obligandole a retirarse . Agradecí la concesión , añadiendo con un punto de humor que << mis poderes no hubieran sido los mismos sin el lituus >> ( el bastón curvo de los augures ) . No respondió . Y siguiendo impasible hacia el fondo del pasillo . Nunca me acostumbré a la granítica frialdad de aquel corpulento soldado . Pero tampoco me defraudó .
Y al alcanzar la blanca puerta de doble hoja que se alzaba entre las paredes violetas , los dos centinelas que custodiaban el lugar franquearon el paso , retirando mecánicamente las picas que mantenían cruzadas en aspa . Y continuaron rígidos como los hierros de sus pilum.
Civilis saludó golpeando el pecho con la uitis y , decidido empujó la madera .
Imaginé que Poncio se hallaba en aquella estancia . Pero no . La sala aparecía solitaria . Allí me esperaba la primera de las pruebas a que debería enfrentarme en la intensa jornada de aquel lunes , 8 de mayo . Unas pruebas con un desenlace insospechado...
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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