sábado, 10 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel ( 29 )

Sus uñas y dientes destellaban a cada movimiento , llenándome de pavor . Varias de las ratas - no supe nunca si las más audaces  o hambrientas - se atrevieron a cruzar por el poste  horizontal más próximo y paralelo al que me servía  de asidero . Centímetros antes de llegar a la altura de mis ojos , frenadas por las temblorosas acometidas de la llama  que sostenía entre los dedos  , daban media vuelta o de sentaban sobre sus cuartos traseros , orientando sus sanguinolentos  pabellones auditivos  hacia el anárquico ir y venir del mechero . Desafiantes , como digo , algunas llegaban a aventurarse por el travesaño , corriendo veloces frente a mi rostro . En una de las ocasiones  , medio enloquecido , acerté a golpear con los nudillos en el espeso pelaje de uno de los animales . Y el fuego prendió en su vientre . La rata se revolvió y , entre chillidos , lanzó una dentellada  a la zona incendiada . El dolor la obligó a buscar el poste vertical más cercano y , enroscando su cola en el madero , descendió veloz hacia la charca . El siseo del fuego al contacto con el agua y una pequella humareda , pusieron punto final al lance . Sin poder reprimir mi angustia , estallé en un nuevo y prolongado grito que provocaría  otro precipitado alejamiento de los roedores . Con asombrosa habilidad , saltando por encima de sus congéneres  , muchas de las alimañas  , ayudandose siempre de sus colas , tomaron el camino de la ciénaga , corriendo postes abajo hasta zambullirse en sus aguas .
Algo reconfortado ( ? ) por mi pequeño triunfo , deslicé la mano izquierda por el palo vertical y , en cuclillas , intenté iluminar la piscina . Por debajo de mis pies , en los maderos , gracias a Dios , no distinguí ninguno de los escurridizos y negros bultos . La cloaca , en cambio , parecía un hervidero . Las rats grises , reistentes nadadoras , se dirigían veloces hacia la orilla y el entablado de la izquierda .
¡ Dios mío ! Si caía  al agua podía darme por muerto ...
Y obedeciendo al instinto de conservación , empecé a retroceder , a la búsqueda de tierra firme .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

No hay comentarios:

Publicar un comentario

puede comentar todas las personas que lo deseen , con educación y respeto