domingo, 11 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel ( 31 )

El fuego devoraba el papel y yo seguía ignorando la profundidad del entibado . Entre escalofríos  , aferrado al palo horizontal con la mano  izquierda y dividiendo las miradas entre el poste sobre el que caminaba , las inquietas ratas y el fuego , conseguí avanzar una docena de pasos . en parte por liberar la tensión y el pánico y tambien para ahuyentar a los habitantes del subterráneo , acompañé los movimientos  de otros tantos y sonoros aullidos que hicieron enloquecer al eco , multiplicando las carreras de las alimañas y los chapoteos en la ciénaga .
Resistí la proximidad del fuego hasta  que , a escasos milímitros de los dedos , el calor me hizo soltarla antorcha . Las tinieblas se precipitaronn sobre el lugar . Arrecié en los gritos  , mientras torpemente  preparaba una segunda rea . La aparición de la lumbre no apaciguó el frenético bombeo de mi corazón . Mi pecho se agitaba violentamente  . Escruté los palos inmediatos . Las ratas , cada vez más alteradas , habían dejado de huir , amontonándose convulsas y chillonas a tres o cuatro metros  por delante de mí .Otras retrocedían , evitando los travesaños  sobre los que me encontraba . Grité con más fuerza , protegiendo mi cuerpo con el fuego . No entendía aquella peligrosa retención y vuelta atrás de los roedores . ¿ Por qué no escapaban hacia lo más profundo de la galería ? La respuesta estaba frente amí . Confuso y pendiente de las ratas , no lo comprendí hasta chocar casi con ellas .
En uno de los avances de la tea creí verla . Sí, ahora estoy seguro . El resplandor amarillento la iluminó figazmente . Pero sólo cuando el pie izquierdo fue a topar con ella , el presentimiento se hizo realidad . La más decepcionante de las realidades .
<< ¡ Oh , no ! >>
Palpé incrédulo . La rugosidad de la roca fue demoledora . Allí mismo se secaron mis fierzas y la última gota de esperanza . El túnel finalizaba en una pared cementada , lisa y desnuda . Atónito , moví la tea a diestra y siniestra , buscando un hueco , un pasadizo , una continuación de la galería  . Imposible . Los únicos orificios  eran los practicados por los trabajadores  de Yadin  a la hora de perforar el subterráneo con los maderos  de sustentación .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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