El fuego devoraba el papel y yo seguía ignorando la profundidad del entibado . Entre escalofríos , aferrado al palo horizontal con la mano izquierda y dividiendo las miradas entre el poste sobre el que caminaba , las inquietas ratas y el fuego , conseguí avanzar una docena de pasos . en parte por liberar la tensión y el pánico y tambien para ahuyentar a los habitantes del subterráneo , acompañé los movimientos de otros tantos y sonoros aullidos que hicieron enloquecer al eco , multiplicando las carreras de las alimañas y los chapoteos en la ciénaga .
Resistí la proximidad del fuego hasta que , a escasos milímitros de los dedos , el calor me hizo soltarla antorcha . Las tinieblas se precipitaronn sobre el lugar . Arrecié en los gritos , mientras torpemente preparaba una segunda rea . La aparición de la lumbre no apaciguó el frenético bombeo de mi corazón . Mi pecho se agitaba violentamente . Escruté los palos inmediatos . Las ratas , cada vez más alteradas , habían dejado de huir , amontonándose convulsas y chillonas a tres o cuatro metros por delante de mí .Otras retrocedían , evitando los travesaños sobre los que me encontraba . Grité con más fuerza , protegiendo mi cuerpo con el fuego . No entendía aquella peligrosa retención y vuelta atrás de los roedores . ¿ Por qué no escapaban hacia lo más profundo de la galería ? La respuesta estaba frente amí . Confuso y pendiente de las ratas , no lo comprendí hasta chocar casi con ellas .
En uno de los avances de la tea creí verla . Sí, ahora estoy seguro . El resplandor amarillento la iluminó figazmente . Pero sólo cuando el pie izquierdo fue a topar con ella , el presentimiento se hizo realidad . La más decepcionante de las realidades .
<< ¡ Oh , no ! >>
Palpé incrédulo . La rugosidad de la roca fue demoledora . Allí mismo se secaron mis fierzas y la última gota de esperanza . El túnel finalizaba en una pared cementada , lisa y desnuda . Atónito , moví la tea a diestra y siniestra , buscando un hueco , un pasadizo , una continuación de la galería . Imposible . Los únicos orificios eran los practicados por los trabajadores de Yadin a la hora de perforar el subterráneo con los maderos de sustentación .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Resistí la proximidad del fuego hasta que , a escasos milímitros de los dedos , el calor me hizo soltarla antorcha . Las tinieblas se precipitaronn sobre el lugar . Arrecié en los gritos , mientras torpemente preparaba una segunda rea . La aparición de la lumbre no apaciguó el frenético bombeo de mi corazón . Mi pecho se agitaba violentamente . Escruté los palos inmediatos . Las ratas , cada vez más alteradas , habían dejado de huir , amontonándose convulsas y chillonas a tres o cuatro metros por delante de mí .Otras retrocedían , evitando los travesaños sobre los que me encontraba . Grité con más fuerza , protegiendo mi cuerpo con el fuego . No entendía aquella peligrosa retención y vuelta atrás de los roedores . ¿ Por qué no escapaban hacia lo más profundo de la galería ? La respuesta estaba frente amí . Confuso y pendiente de las ratas , no lo comprendí hasta chocar casi con ellas .
En uno de los avances de la tea creí verla . Sí, ahora estoy seguro . El resplandor amarillento la iluminó figazmente . Pero sólo cuando el pie izquierdo fue a topar con ella , el presentimiento se hizo realidad . La más decepcionante de las realidades .
<< ¡ Oh , no ! >>
Palpé incrédulo . La rugosidad de la roca fue demoledora . Allí mismo se secaron mis fierzas y la última gota de esperanza . El túnel finalizaba en una pared cementada , lisa y desnuda . Atónito , moví la tea a diestra y siniestra , buscando un hueco , un pasadizo , una continuación de la galería . Imposible . Los únicos orificios eran los practicados por los trabajadores de Yadin a la hora de perforar el subterráneo con los maderos de sustentación .
Autor : J.J.benitez
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Antonio Martinez
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