viernes, 9 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel ( 21 )

Siguiendo una vieja táctica , inspiré  profundamente  y repetida veces , buscando apaciguar la frecuencia cardíaca . Lo logré a medias . Estaba seguro de haber escuchado aquel ruido . Esta idea , unida a las tinieblas y al no menos lúgrube silencio del recinto , habían hecho saltar mis alarmas .
El piso se hacía cada vez más deslizante . Procuré aferrarme a los pedregosos entrantes de la pared , no dando un solo paso sin antes tantear la solidez del inclinado pavimento . Cuando había ganado veinte o veinticinco metros , otro seco golpe llegó con nitidez . Ahora no había dudas . Era como si una piedra  , o algo contundente , topara con un muro . Los escalofríos  me recorrieron en oleadas . En un arranque  accioné el mechero , al tiempo que lanzaba un inseguro : <<  ¿ Quién hay ahí ? >>
No hubo respuesta . Pero , coincidiendo con el encendido de la llama  , dos nuevos golpeteos - más cercanos - me helaron la sangre . Ahora , y sólo ahora , rememorando la escena , se me antoja tragicómica . En aquellos instantes , consecuencia del miedo y de los nervios , el lo único que reparé fue en una acuciante necesidad de orinar . Obviamente me contuve.
Entorné los ojos y , forzando la vista , creí distinguir a no mucha distancia una informe mezcolanza de sombras verticales y horizontales . ¿ Qué demonios era aquello ?
La curiosidad - nunca he logrado entender la extremada fuerza de tal atributo - se impuso el miedo . Sin embargo , necesité  algunos segundos para mover las piernas . Con el brazo derecho tenso como un mástil , soportando el doloroso contacto con el recalentado mechero , seguí aproximándome  a lo que intuía como el final del subterráneo . El silencio , de nuevo , era total . Un silencio cargado de presagios . Saturado por mi propio miedo.
¿ Sombras estilizadas ? ¿ Sombras inmóviles , dibujando un cierto amasijo de líneas ( ? )verticales y horizontales ? ¿ O no estaban inmóviles ? Estas interrogantes  me acompañaron los últimos metros , al tiempo que - gracias al cielo - la pobrísima radiación de mi encendedor  fue rompiendo la negrura . Me detuve . Paseé  la diminuta luz a izquierda y derecha  y , de improviso , recibí un fétido olor .Sujeté la mano derecha con la izquierda , en un esfuerzo por inmovilizar la llama . La candela osciló , agitada por algún tipo de corriente .
Autor : J.J. Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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