Me incorporé , tratando en vano de disimular mi lamentable aspecto . Boquiabierto , me miró de hito en hito . Y mudo por la sorpresa , señaló mis pies desnudos , interrogándome con la mirada . Me encogí de hombros y , sin demasiado entusiasmo ni detalles , insinué que había sufrido un estúpido accidente en el fondo de la galería .
La cetrina tez del nazareno se distendió , dando paso a una sonrisa de complicidad . Sus negros ojillos chispearon . No comprendí . Y haciéndome un gesto con la mano , me invitó a regresar al sutómovil. Me calcé en silencio y , una vez en el interior del Mercedes , el perspicaz árabe me tendió unas mandarinas . Las devoré .
Solimán esperó unos segundos . Me observó sin el menor pudor y , cuando lo estimó conveniente , me preguntó en tono conciliador :
- ¿ Qué busca usted realmente ... ?
Mi esquiva mirada y el embarazoso silencio me delataron .
- Quizá yo pueda ayudarle - terció con habilidad.
Sonreí para mis adentros . ¿ Cómo podía hacerlo ?
- Otros , antes que usted - presionó -, también lo han intentado .
Esta vez le miré de frente .
- ¿ Otros ? ... ¿ Cuándo ?
Había caido en la trampa . Solimán , satisfecho , se arrellanó en el asiento , respondiendo con otra interminable sonrisa .
- Pero ¿ de qué me habla - repliqué en un pésimo y tardío esfuerzo por retificar .
Separó su mano izquierda del volante y , señalando las ruinas con el índice , setenció :
- La leyenda habla de un tesoro oculto en las entrañas de Hazor .
Aquello era nuevo para mí . Le animé a continuar
- En la época helenística , el fortin fue reconstruido , y su guarnición , testigo de la batalla de Jonatán contra DEmetrio II . Pues bien , los supervivientes , al parecer , enterraron el botín en algún lugar de la meseta ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La cetrina tez del nazareno se distendió , dando paso a una sonrisa de complicidad . Sus negros ojillos chispearon . No comprendí . Y haciéndome un gesto con la mano , me invitó a regresar al sutómovil. Me calcé en silencio y , una vez en el interior del Mercedes , el perspicaz árabe me tendió unas mandarinas . Las devoré .
Solimán esperó unos segundos . Me observó sin el menor pudor y , cuando lo estimó conveniente , me preguntó en tono conciliador :
- ¿ Qué busca usted realmente ... ?
Mi esquiva mirada y el embarazoso silencio me delataron .
- Quizá yo pueda ayudarle - terció con habilidad.
Sonreí para mis adentros . ¿ Cómo podía hacerlo ?
- Otros , antes que usted - presionó -, también lo han intentado .
Esta vez le miré de frente .
- ¿ Otros ? ... ¿ Cuándo ?
Había caido en la trampa . Solimán , satisfecho , se arrellanó en el asiento , respondiendo con otra interminable sonrisa .
- Pero ¿ de qué me habla - repliqué en un pésimo y tardío esfuerzo por retificar .
Separó su mano izquierda del volante y , señalando las ruinas con el índice , setenció :
- La leyenda habla de un tesoro oculto en las entrañas de Hazor .
Aquello era nuevo para mí . Le animé a continuar
- En la época helenística , el fortin fue reconstruido , y su guarnición , testigo de la batalla de Jonatán contra DEmetrio II . Pues bien , los supervivientes , al parecer , enterraron el botín en algún lugar de la meseta ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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