domingo, 11 de octubre de 2015

Caballo de Troya - Tomo 3 - Las aventuras del autor para encontrar el Diario del Mayor - Israel ( 33 )

Las ratas , desorientadas por el súbito cambio de dirección del fuego , se apelotonaron sobre los mástiles por los que debía cruzar . Dudé . Era preciso apartarlas . Gané otro par de pasos sobre el crujiente  travesaño , hosigándolas con el fuego y los gritos  . Algunas huyeron . Otras , confusas e irritadas , plantaron cara o empezaron a girar sobre si mismas , como enloquecidas . Temiendo lo peor , eché mano del pañuelo e , incendiándolo , lo arrojé con los restos de la antorcha  sobre las más cercanas . El trapo y las pavesas se derramaron entre las ratas , sembrando la desbandada . El camino quedó libre .
Las verdiazules lenguas de fuego del film seguían su lento y trabajoso ascenso .
Tres , cuatro nuevos pasos .
Me hice con dos rollos más y , al tiempo que barría el madero con el inflamado Tri-X , vigilando a los roedores y procurándome un mínimo de visibilidad , fui jalando y preparando un segundo film.
... Seis , siete pasos más .
Me detuve . Me faltaba el aire . Prendí la siguiente película y , cuando me disponía a cubrir el tramo final , el poste crujió bajo mis pies , cediendo e inclinándose . Fue casi instantáneo . La película escapó de entre mis dedos  , humdiéndose en la ciénaga con un tramo de travesaño . Instintivamente , al percibir el desplome del madero , me aferré al poste superior .
 ¡ Jesucristo ! >>
No pude articular una sóla palabra más . El terror anudó mi garganta . Colgando y balanceándome bregué por izamer hacia el salvador travesaño . Otro siniestro crujido me descompuso . Temeroso de que se quebrara , opté por avanzar , valiéndome  de las manos y del impulso del cuerpo en el vacío . El siguiente poste vertical no se hallaba  muy lejos . Si lograba alcanzarlo , suponiendo que los restantes maderos  horizontales no hubieran sufrido la misma suerte que el anterior , podría asentar de nuevo mis pies y recuperar el pulso . Gimiendo , resoplando y rezando para que el húmedo poste no se viniera abajo , fui palmeando sobre la madera , con los dedos crispados y pringosos de moho.
<< ¡ Dios mío , ayúdame ! >>
En uno de los vaivenes , mis tropezaron con el ansiado poste .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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