No insistí . David Zebedeo era un excelente observador y hombre poco dado a visiones ni fantasias . Además . Además , habia otros diecinieve testigos ...
Seguí comiendo en silencio , algo avergonzado por mis preguntas , aparentemente infantiles . Todo aquello resultaba confuso para mí . ¿ Por qué enlas primeras apariciones - a las mujeres y a Santiago - y en las últimas de aquel domingo - incluida la que yo viví - el << cuerpo >> del resucitado no había presentado el aspecto y la morfología de un humano normal ? Era estéril seguir en la búsqueda de una explicación racional . En el mejor de los casos , quizá encontrásemo la respuesta en las próximas y prometedoras apariciones ... Pero eso quedaba lejos .
De pronto recordé las palabras de José de Arimatea , en el sentido de que , tanto la Magdalena como los demás testigos , no debían hacer públicas aquellas apariciones en la casa de Lázaro .
Y armándome de valor interrogué a Santiago sobre el particular . Supongo que muchos de los presentes agradecieron mi pregunta . También ellos deseaban aclarar el porqué de esta consigna .
Santiago no soltó prenda
- Debo de ser fiel a la promesa hecha ami hermano y Señor ...
La sentencia cerró la cuestión .
Marta , oportuna , suavizó la momentanea tensión . Tomó el canasto y , canturreando algo que no entendí muy bien , pero que provocó el buen humor y la distensión , fue repartiendo unas volitas de color achocolatado . Al llegar a mi lado , con el cutis encendido como una amapola , depositó seis en mi plato . Dos más que al resto . Le agradecí la gentileza y , curioso y preocupado ante lo que me disponía a ingerir , pregunté el contenido de las mismas .
- Almidón , extraido por cocción , rebozado en miel y perfumado con esencia de rosa y alfóncigo .
Lo probé intrigado . ¡ Sabía a bombón ! Me recordó los bombones que los orientales denominan lukum . Fue un remate delicioso .
Pero mi trabajo en la hacienda de betania no había hecho más que empezar . Y mis ojos y mi corazón se clavaron en aquella silenciosa hebrea de mirada atenta , de cabellos negros y lisos , cubiertos con un gran pañuelo negro : María , la madre de Jesús . La Señora .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antinio martinez
Seguí comiendo en silencio , algo avergonzado por mis preguntas , aparentemente infantiles . Todo aquello resultaba confuso para mí . ¿ Por qué enlas primeras apariciones - a las mujeres y a Santiago - y en las últimas de aquel domingo - incluida la que yo viví - el << cuerpo >> del resucitado no había presentado el aspecto y la morfología de un humano normal ? Era estéril seguir en la búsqueda de una explicación racional . En el mejor de los casos , quizá encontrásemo la respuesta en las próximas y prometedoras apariciones ... Pero eso quedaba lejos .
De pronto recordé las palabras de José de Arimatea , en el sentido de que , tanto la Magdalena como los demás testigos , no debían hacer públicas aquellas apariciones en la casa de Lázaro .
Y armándome de valor interrogué a Santiago sobre el particular . Supongo que muchos de los presentes agradecieron mi pregunta . También ellos deseaban aclarar el porqué de esta consigna .
Santiago no soltó prenda
- Debo de ser fiel a la promesa hecha ami hermano y Señor ...
La sentencia cerró la cuestión .
Marta , oportuna , suavizó la momentanea tensión . Tomó el canasto y , canturreando algo que no entendí muy bien , pero que provocó el buen humor y la distensión , fue repartiendo unas volitas de color achocolatado . Al llegar a mi lado , con el cutis encendido como una amapola , depositó seis en mi plato . Dos más que al resto . Le agradecí la gentileza y , curioso y preocupado ante lo que me disponía a ingerir , pregunté el contenido de las mismas .
- Almidón , extraido por cocción , rebozado en miel y perfumado con esencia de rosa y alfóncigo .
Lo probé intrigado . ¡ Sabía a bombón ! Me recordó los bombones que los orientales denominan lukum . Fue un remate delicioso .
Pero mi trabajo en la hacienda de betania no había hecho más que empezar . Y mis ojos y mi corazón se clavaron en aquella silenciosa hebrea de mirada atenta , de cabellos negros y lisos , cubiertos con un gran pañuelo negro : María , la madre de Jesús . La Señora .
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antinio martinez
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