Iba a decirle que sí y a preguntarle por el origen de tan magnifica pieza cuando , deslizándose hacia el centro de la sala , levantó sus brazos y , girando sobre si mismo como una peonza , clamó a voz en grito :
- ¡ Roma me envidiará cuando sepa de mis innovaciones !
Civilis y yo nos miramos .
Y regresando hasta donde me encontraba , me tomó por el brazo, obligandome a seguirle . Me sañaló la columnata y , sin disimular su orgullo , fue enumerando las excelencias de la construcción :
- ¡ Fijate ! Cada quince son de porfirita encarnada , de Cipollino y de Povanazzeto ... ¿ Y los mármoles ?
Me hizo tocar las paredes mientras cantaba la procedencia de los lujosos materialesn :
- ¡ El negro , de la isla de MIlo ! Los cursis de Roma lo llaman << mármol de Lúculo >>. ¡ Numidia ! ¡ Eubea ! ¡ Tenaro !...
Pero , con la misma euforia con que había arremetido al informarme de sus << innovaciones arquitectónicas >> dominado por su frágil y tornadizo temperamento -, así se apagó también aquella explosión de orgullo personal . Y atusándose nervisamente el << postizo >> rubio , se fue derecho hacia las mesas . Se dejó caer pesadamente sobre los voluminosos cojines y , una vez acomodado , nos miró perplejo . Agitó ambas manos , ordenandonos que siguieramos su ejemplo y , en el acto , el centurión y yo buscamos asiento frente al procurador .
Su cara , blanca , hinchada y redonda como un escudio se iluminó al reparar en los manjares . Sus labios se abrieron en una sonrisa cargada de gula , haciendo brillar sus tres dientes de oro .
- ¡ Oh ! , ¡ sesos de pavo real !
Y tomando una de las raciones la engulló sin masticar . Ni Civilis ni yo nos atrevimos a imitarle . Pero Poncio , mientras urgaba en una fuente de pajarillas fritos , nos ordenó que empezáramos .
- Así que el milagro del sepulcro - me espetó de golpe , repitiendo casi literalmente las palabras que yo había pronunciado en el patio de Antonia en presencia de Antonia en presencia del comandante - es sólo el prncipio de una serie de hechos sorprendentes ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- ¡ Roma me envidiará cuando sepa de mis innovaciones !
Civilis y yo nos miramos .
Y regresando hasta donde me encontraba , me tomó por el brazo, obligandome a seguirle . Me sañaló la columnata y , sin disimular su orgullo , fue enumerando las excelencias de la construcción :
- ¡ Fijate ! Cada quince son de porfirita encarnada , de Cipollino y de Povanazzeto ... ¿ Y los mármoles ?
Me hizo tocar las paredes mientras cantaba la procedencia de los lujosos materialesn :
- ¡ El negro , de la isla de MIlo ! Los cursis de Roma lo llaman << mármol de Lúculo >>. ¡ Numidia ! ¡ Eubea ! ¡ Tenaro !...
Pero , con la misma euforia con que había arremetido al informarme de sus << innovaciones arquitectónicas >> dominado por su frágil y tornadizo temperamento -, así se apagó también aquella explosión de orgullo personal . Y atusándose nervisamente el << postizo >> rubio , se fue derecho hacia las mesas . Se dejó caer pesadamente sobre los voluminosos cojines y , una vez acomodado , nos miró perplejo . Agitó ambas manos , ordenandonos que siguieramos su ejemplo y , en el acto , el centurión y yo buscamos asiento frente al procurador .
Su cara , blanca , hinchada y redonda como un escudio se iluminó al reparar en los manjares . Sus labios se abrieron en una sonrisa cargada de gula , haciendo brillar sus tres dientes de oro .
- ¡ Oh ! , ¡ sesos de pavo real !
Y tomando una de las raciones la engulló sin masticar . Ni Civilis ni yo nos atrevimos a imitarle . Pero Poncio , mientras urgaba en una fuente de pajarillas fritos , nos ordenó que empezáramos .
- Así que el milagro del sepulcro - me espetó de golpe , repitiendo casi literalmente las palabras que yo había pronunciado en el patio de Antonia en presencia de Antonia en presencia del comandante - es sólo el prncipio de una serie de hechos sorprendentes ...
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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