De aquellos días - del martes al viernes - guardo un recuerdo dulce y sereno . En nuestras ajetreadas aventuras , tanto en las que yo había vivido hasta ese momento como en las que nos deparaba el destino a Eliseo y a quien esto escribe , los días transcurridos en la aldea de Betania fueron los únicos de cierto reposo . E hicimos bien en disfrutrar de ellos y en reponer fuerzas . Lo que nos esperaba a partir del lunes , 17 de ese mes de abril , iba a ser tan agotador como imprevisto . Pero vayamos paso a paso , según mi costumbre .
Ajustándonos a lo establecidoen el plan de Caballo de Troya , apenas hecha la claridad en aquella mañana del del martes , 11 de abril , me puse en camino . Las cuatro o cinco horas de sueño no habían sido suficientes , pero me di por satisfecho con el desayuno << a la americana >> que , solícito como una madre , tuvo a bien prepararme mi hermano . El café y las patatas - desconocidos en aquel tiempo en Israel - fueron una bendición .
Y con los lienzos mortuorios prudentemente ocultos bajo mi túnica , me encaminé hacia la quebrada donde habían sido arrojados por el siervo del Sanedrín .
La climatologían no varió en aquellas horas . El viento racheado del este seguía soplando pertinaz , doblando las columnas de humo de los animales sacrificados en el Templo, tiznando y apestando la ciudad con un desagradable tufo a carne quemada .
En esta ocasión - a plena luz del día -, el descenso por la falda occidental del Olivete y el cruce del desfiladero del Cedrón , no revistieron el peligro de mi primera incursión , en la madrugada del domingo . Bordeé la ciudad por la muralla norte y cuando me hallaba relativamente próximo al bosquecillo de algarrobos - cuyas encendidas flores rojas me sirvieron de guía y referencia -, experimenté una típica sensación . Me volví , pero no vi nada sospechoso . Y encogiendome de hombros reanudé la marcha . Sin embargo , el extraño desasosiego - como si alguien me siguiera - no desapareció . Temeroso de que pudiera tratarse de algún esbirro del sanedrín o , incluso , un << agente >> del procurador , llegué a ocultarme entre la maleza , dispuesto a salir de dudas.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Ajustándonos a lo establecidoen el plan de Caballo de Troya , apenas hecha la claridad en aquella mañana del del martes , 11 de abril , me puse en camino . Las cuatro o cinco horas de sueño no habían sido suficientes , pero me di por satisfecho con el desayuno << a la americana >> que , solícito como una madre , tuvo a bien prepararme mi hermano . El café y las patatas - desconocidos en aquel tiempo en Israel - fueron una bendición .
Y con los lienzos mortuorios prudentemente ocultos bajo mi túnica , me encaminé hacia la quebrada donde habían sido arrojados por el siervo del Sanedrín .
La climatologían no varió en aquellas horas . El viento racheado del este seguía soplando pertinaz , doblando las columnas de humo de los animales sacrificados en el Templo, tiznando y apestando la ciudad con un desagradable tufo a carne quemada .
En esta ocasión - a plena luz del día -, el descenso por la falda occidental del Olivete y el cruce del desfiladero del Cedrón , no revistieron el peligro de mi primera incursión , en la madrugada del domingo . Bordeé la ciudad por la muralla norte y cuando me hallaba relativamente próximo al bosquecillo de algarrobos - cuyas encendidas flores rojas me sirvieron de guía y referencia -, experimenté una típica sensación . Me volví , pero no vi nada sospechoso . Y encogiendome de hombros reanudé la marcha . Sin embargo , el extraño desasosiego - como si alguien me siguiera - no desapareció . Temeroso de que pudiera tratarse de algún esbirro del sanedrín o , incluso , un << agente >> del procurador , llegué a ocultarme entre la maleza , dispuesto a salir de dudas.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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