Cuando busqué de nuevo en la oscuridad , había desaparecido . Quedé confuso . Era un bulto sensiblemente menor que el del Galileo .
Avancé un par de pasos y extendí la luz , pero fue insuficiente . La luna , en su mitad creciente , no proporcionaba la claridad necesaria .
Me encogí de hombros y regresé a la boca de la cueva . Podía tratarse de alguno de los niños beduinos que nos acompañaron al atardecer . Rechacé la idea . Aquél era un lugar santo , y temido por los badu . Difícilmente se hubieran acercado , y menos de noche . Y quedé intrigado ...
Quizá lo imaginé .
El Maestro no tardó en retornar . La deducción fue correcta . Había olvidado lavarb las manos , en especial la derecha , habitualmente empleada para comer . Entre los judíos , como ya referí en su momento , la diestra era la mono obligada para asearse después de llevar a cabo las necesidades mayores . No lavarla , antes de comer , era una ofensa . No era éste mi caso - ¿ Cómo podría ofenderme Jesús de Nazaret ? -, pero el Maestro , respetuoso , se ajustaba siempre a las normas con un mínimo de sentido común .
Pasó ante mí , secándose con los bajos de la túnica .
Entonces lo oí . Mejor dicho , lo oímos .
Jesús se detuvo , y miró hacia la izquierda . Estoy seguro de que lo oyó con la misma nitidez, Pero , tras un par de segundos , ingresó en el túnel de entrada de la caverna .
Permanecí atento , con los ojos fijos en la noche .
Y se repitió por segunda vez .
Procedía de lo alto . Calculé que podía hallarse en las ramas de la encina sagrada .
Sonó como un gruñido , largo y , en cierto modo , humano . ¿ Qué clase de pájaro emitía un canto semejante ? No supe reconocerlo , y puedo presumir de saber identificar decenas de aves , sólo por sus trinos .
En esos momentos no se me ocurrió asociar el pequeño bulto con los gruñidos . No tenía sentido ...
Olvidé el asunto y decidí imitar al Galileo . Quien esto escribe tampoco se había aseado . Yo también debía ser cortes .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Avancé un par de pasos y extendí la luz , pero fue insuficiente . La luna , en su mitad creciente , no proporcionaba la claridad necesaria .
Me encogí de hombros y regresé a la boca de la cueva . Podía tratarse de alguno de los niños beduinos que nos acompañaron al atardecer . Rechacé la idea . Aquél era un lugar santo , y temido por los badu . Difícilmente se hubieran acercado , y menos de noche . Y quedé intrigado ...
Quizá lo imaginé .
El Maestro no tardó en retornar . La deducción fue correcta . Había olvidado lavarb las manos , en especial la derecha , habitualmente empleada para comer . Entre los judíos , como ya referí en su momento , la diestra era la mono obligada para asearse después de llevar a cabo las necesidades mayores . No lavarla , antes de comer , era una ofensa . No era éste mi caso - ¿ Cómo podría ofenderme Jesús de Nazaret ? -, pero el Maestro , respetuoso , se ajustaba siempre a las normas con un mínimo de sentido común .
Pasó ante mí , secándose con los bajos de la túnica .
Entonces lo oí . Mejor dicho , lo oímos .
Jesús se detuvo , y miró hacia la izquierda . Estoy seguro de que lo oyó con la misma nitidez, Pero , tras un par de segundos , ingresó en el túnel de entrada de la caverna .
Permanecí atento , con los ojos fijos en la noche .
Y se repitió por segunda vez .
Procedía de lo alto . Calculé que podía hallarse en las ramas de la encina sagrada .
Sonó como un gruñido , largo y , en cierto modo , humano . ¿ Qué clase de pájaro emitía un canto semejante ? No supe reconocerlo , y puedo presumir de saber identificar decenas de aves , sólo por sus trinos .
En esos momentos no se me ocurrió asociar el pequeño bulto con los gruñidos . No tenía sentido ...
Olvidé el asunto y decidí imitar al Galileo . Quien esto escribe tampoco se había aseado . Yo también debía ser cortes .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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