viernes, 11 de septiembre de 2015

Caballo de Troya - El Diario del Mayor - To 2 - 9 de abril , domingo ( 163 )

No cabía duda  . La peste a borrego que llenó la sala  en cuestión de minutos  y que parecía fluir  de cada centímetro  cuadrado de aquellos individuos  confirmó mi primer pensamiento  : eran pastores  ; los controvertidos pastores de la Judea ...
- ¿ Y bién ? - preguntó Elías  , dando a entender que esperábamos  una explicación por tan brusco allanamiento .
El que se hallaba  sentado , algo más locuaz que el otro , empezó por presentarse . Al parecer , salvo uno o dos de los presentes , nadie les conocia . Dijo llamarse Cleofás . El que le acompañaba  era Jacobo , su hermano menor .
Sentí un estremecimiento . Estaba a punto de escuchar otra de las supuestas - ¿ o no debía emplear ya este término ? - apariciones del Maestro .
Tras un prolijo preambulo , en el que procuró congraciarse con los allí reunidos  , asegurando que creía en Jesús y que por esta razón había sido echado de una de las sinagogas de su pueblo - Ammus -, el pastor explicó la razón de su presencia en Jerusalén . Como buenos  creyentes  , habían asistido a los sacrificios  , ceremonias y demás festejos de la Pascua . Y esa misma tarde , faltando unas dos horas para el ocaso , partieron de la casa de José , el de Arimatea , rumbo a su cercana población , distante , como afirma Lucas , unos sesenta estadios .
¿ Unas dos horas  antes del ocaso ? Hice cuentas , llegando a la triste conclusión que la pareja había partido de la mansión del sanedrita  alrededor de las cuatro o cuatro y media . Teniendo en cuenta  el tiempo necesario para cruzar Jerusalén , era muy verosímil que Clefás y Jacobo hubieran abordado el camino de Ammus no más allá de las cinco de la tarde . Y digo << trite conclusión >> porque mi entrada en la referida casa se produjo minutos más tarde .
Pero vayamos a lo que importa .
Los discópulos habían seguido las dilatadas explicaciones y circunloquios  de los hermanos  , sin saber a dónde querían  ir a parar . En uno de los momentos  de la exposición levante el rostro , buscando el de María Marcos o el de la de Magdala . Ésta se encontraba  a mis espaldas y sólo pude distinguir  el de la esposa de Alías . la mujer , sonriente , me hizo uno de sus típicos guiños de complicidad . Algo sabia .
Autor ; J,.J,benitez
Un abrazo
Antonio Martinez

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