Y con la firme promesa de acudir al hogar de su madre en las primeras horas del día siguiente , reanudando así nuestras conversaciones , le vi alejarse acia el cruce de caminos que arrancaba a las << puertas >> de la aldea . Y una incómoda inquietud me acompañó hacia la posada . ¿ Regresaría con bien a su domicilio ? En ese sentido , poco podía hacer . En cuanto al robo , aunque no había tenido oportunidad de inspeccionar mi cuarto , di gracias al cielo por la providencial recuperación de las sandalias y del instrumental que contenían . De haber terminado en poder del saduceo , quién hubiera aventurado su reacción . E inquieto me adentré en el tunel de entrada .
El patio a cielo abierto permanecía solitario . Cuatro antorchas , suspendidas a metro y medio del suelo en cada una de las esquinas , crepitaban olvidadas , caracoleando con la barandilla superior y apestando de brea y resina el lugar . Nuevas caballerías denunciaban un incremento de la clientela . Unos huéspedes que , a juzgar por las risotadas que escapaban de la taberna , no se habían retirado a descansar .
Como primera medida me dirigí al piso superior . Antes de establecer reclamación alguna era preciso asegurarse . Y cautelosamente , tratando en vano de esquivar las chirriantes y traidoras maderas de la galería , fui a situarme frente a la puerta de mi habitación . Fue absurdo que recuperara la llave que colgaba del ceñidor : la hoja se hallaba abierta de par en par . Me apoderé de una de las lucernas que se esforzaba en alumbrar el corredor , y con toda clase de precauciones , valiendome del cayado , empujé la mugrienta y destartalada madera . Y antes de que hiciera tope en el muro , un agudo chillido y una sombra - no sé quién precedío a quién - se deslizaron entre mis sandalias . El contacto con aquel pelaje áspero me erizó los cabellos .ñ E irritado ante la repugnante presencia de la rata le arrojé el candil de barro que , naturalmente , rodó sobre el entarimado , cayendo con estrépito en el pavimento del patio central . Repuesto del susto permanecí unos segundos junto a la barandilla , observando cómo se consumía la parca ración de aceite de la malograda lucerna . Y en vista de que el golpe había pasado inavertido a los animados clientes de Heqet me hice con una segunda lámpara , penetrando en el cuartucho . No me equivocaba . El saco de viaje abierto y vacío , vino a confirmar lo que ya suponía .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
El patio a cielo abierto permanecía solitario . Cuatro antorchas , suspendidas a metro y medio del suelo en cada una de las esquinas , crepitaban olvidadas , caracoleando con la barandilla superior y apestando de brea y resina el lugar . Nuevas caballerías denunciaban un incremento de la clientela . Unos huéspedes que , a juzgar por las risotadas que escapaban de la taberna , no se habían retirado a descansar .
Como primera medida me dirigí al piso superior . Antes de establecer reclamación alguna era preciso asegurarse . Y cautelosamente , tratando en vano de esquivar las chirriantes y traidoras maderas de la galería , fui a situarme frente a la puerta de mi habitación . Fue absurdo que recuperara la llave que colgaba del ceñidor : la hoja se hallaba abierta de par en par . Me apoderé de una de las lucernas que se esforzaba en alumbrar el corredor , y con toda clase de precauciones , valiendome del cayado , empujé la mugrienta y destartalada madera . Y antes de que hiciera tope en el muro , un agudo chillido y una sombra - no sé quién precedío a quién - se deslizaron entre mis sandalias . El contacto con aquel pelaje áspero me erizó los cabellos .ñ E irritado ante la repugnante presencia de la rata le arrojé el candil de barro que , naturalmente , rodó sobre el entarimado , cayendo con estrépito en el pavimento del patio central . Repuesto del susto permanecí unos segundos junto a la barandilla , observando cómo se consumía la parca ración de aceite de la malograda lucerna . Y en vista de que el golpe había pasado inavertido a los animados clientes de Heqet me hice con una segunda lámpara , penetrando en el cuartucho . No me equivocaba . El saco de viaje abierto y vacío , vino a confirmar lo que ya suponía .
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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