Al comprobar que se dirigían . Y compadecido , sin mediar palabra , la tomé en brazos , sonriéndole . Me dejó hacer . Y enconmendandome a los cielos hacia la explanada de la sinagoga me heché a temblar . Si María acertaba a pasar por delante de la casa del jefe del consejo , aquello podía convertirse en un terremoto . Me equivoqué . Los << guías >> , imaginando lo mismo que yo , evitaron el lugar . E introduciéndose en el cinturón de huertos esquivaron el paraje y la tentación . En repetidas oportunidades se detuvieron a conversar con varios de los lejah. Las preguntas , siempre las mismas , giraban en torno a la suerte de Juan . Pero ninguno - ignoro si con verdad - supo darles razón . Y adentrandose en uno de los senderillos que parcelaban las pequeñas fincas fueron descendiendo por la falda occidental del Nebí , en un claro intento de reunirse con la torrentera . La señora , aturdida y desmadejada como pocas veces la había visto , tropezó en dos ocasiones . En la última , al caer de rodillas , se lastimó . Y el saco rodó por la pendiente . Me apresuré a auxiliarla , recogiendo la liviana carga . Me negué a entregarle las palomas . Y brindandole mi brazo le recomendé que se apoyara en él , simplificando así el áspero y pedregoso terraplén . No dijo nada . pero la intensa presión de sus dedos sobre la << piel de serpiente >> fue el más rotundo signo de su angustia .
Al borde de la rumorosa , veloz y más que mediana avenida de agua , Santiago y su compañero dedicaron unos minutos a la inspección de los juncos y cañizos que vigilaban el estrecho cauce . Desalentados prosiguieron corriente arriba hasta dar alcance a un rústico y nada seguro puentecillo de troncos , ensamblados a base de una cordelería tan deshilachada que , sólo con mirarla , podía rendirse . Decididos salvaron los tres << voluntariosos >> metros de puente - casi << milagroso >> , didía yo - encaminándose hacia la pareja de casas que había observado desde la explanada de la sinagoga .
La Señora cojeando y con el rostro crispado por el dolor , se detuvo frente a los troncos . Parecía como si las fuerzas le fallasen . Y compadecido , sin mediar palabra , la tomé en brazos , sonriéndole . Me dejó hacer . Y encomendandome a los cielos fui tanteando la base del húmedo y podrido armazón.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
Al borde de la rumorosa , veloz y más que mediana avenida de agua , Santiago y su compañero dedicaron unos minutos a la inspección de los juncos y cañizos que vigilaban el estrecho cauce . Desalentados prosiguieron corriente arriba hasta dar alcance a un rústico y nada seguro puentecillo de troncos , ensamblados a base de una cordelería tan deshilachada que , sólo con mirarla , podía rendirse . Decididos salvaron los tres << voluntariosos >> metros de puente - casi << milagroso >> , didía yo - encaminándose hacia la pareja de casas que había observado desde la explanada de la sinagoga .
La Señora cojeando y con el rostro crispado por el dolor , se detuvo frente a los troncos . Parecía como si las fuerzas le fallasen . Y compadecido , sin mediar palabra , la tomé en brazos , sonriéndole . Me dejó hacer . Y encomendandome a los cielos fui tanteando la base del húmedo y podrido armazón.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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