- Mañana , astuto griego , daré respiro a tu curiosidad . Tendras preparado el informe y , ademas del arpa y una suculenta cena , compartirás conmigo otras sorpresas ...
La prudencia me obligó a desistir . Aquel indoiduo era más escurridizo y peligroso de lo que había supuesto . Tendría que tensar mis movimientos . Y al abandonar su guarida - no sé cómo explicarlo -, el instinto se agitó , advirtiéndome de algo terrorífico . Quizá me había precipitado al acudir a la casa del saduceom . Y la intuición , tronando en mi alma , me puso sobre aviso : no debía volver...
Los pies , ajenos a mis pensamientos , terminaron llevándome al hogar de la Señora . ¿ Por qué había experimentado aquel desasosiego al despedirme del viejo rufián ? ¿ Era por mí opor el Zebedeo ?
La puerta abierta me devolvió a la realidad . Era extraño . ¿ A qué obedecía el cambio en las rigurosas precauciones de la familia ? Al asomarme comprobé que la estancia se hallaba desierta . Y alzando la voz traté de advertirles de mi presencia . Nadie respondió . Repetí el saludo con idéntico fruto . Y temeroso de abusar de la hospitalidad de mis amigos rechacé el inicial impulso de adentrarme en la vivienda . Retrocedí algunos pasos , inspeccionando la solitaria calle . La ausencia de vecinos en las inmediaciones se me antojó igualmente anormal . ¿ Qué había sucedido ? Y sobrecogido aún por las enigmáticas y nada tranquilizadoras palabras de la víbora me ví asaltado por un torbellino de cábalas . Pero , cuando me disponía a llamar a la puerta contigua , domicilio de Jacobo , una voz me reclamó desde la terraza . Respiré aliviado . Era Santiago . Y haciéndome una señal me indicó que esperase . Al poco aparecia por el hueco del taller . Me invitó a pasar y , cerrando la puerta , se dedicó a dar cortos paseos por la habitación . En un primer momento lo atribuí a la lógica falta de sueño . Las ojeras y los ojos enrojecidos no podían tener otra explicación . Era corecto , en parte .
- ¿ Qué ocurre ?
Y el galileo , advirtiendo mi ansiedad , fue directamente al problema que amordazaba su ánimo .
- Juan...
- Ha aparecido - me atreví a insinuar , demostrando mi alegría .
- Ése es el asunto - replicó casi sin voz -, que sigue sin dar señales de vida . Esta mañana , uno de los burreros que transportaba el lino desde Séforis me ha comunicado que nadie le ha visto en la ciudad .
- Entonces ...
- Anoche , al regresar junto a mi familia - completó la explicación -, uno de los criados del saduceo , fiel a las enseñanzas de mi Hermano , se presentó de nuevo en la casa , confirmando su primera información : El Zebedeo había solicitado una entrevista con esa víbora . Ismael cambió algunas palabras con él . Ahí desparece su rastro . Jasón : ese inconsciente de Juan tiene que estar aún en la casa ...
- No lo creo . Mejor dicho - me apresuré a rectificar ante la atónita mirada de mi interlocutor -, creo que no es posible ...
- ¿ Por qué ?
- Acabo de salir de la madriguera de ese reptil y , según he apreciado , el Zebedeo no está en la mansión.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
La prudencia me obligó a desistir . Aquel indoiduo era más escurridizo y peligroso de lo que había supuesto . Tendría que tensar mis movimientos . Y al abandonar su guarida - no sé cómo explicarlo -, el instinto se agitó , advirtiéndome de algo terrorífico . Quizá me había precipitado al acudir a la casa del saduceom . Y la intuición , tronando en mi alma , me puso sobre aviso : no debía volver...
Los pies , ajenos a mis pensamientos , terminaron llevándome al hogar de la Señora . ¿ Por qué había experimentado aquel desasosiego al despedirme del viejo rufián ? ¿ Era por mí opor el Zebedeo ?
La puerta abierta me devolvió a la realidad . Era extraño . ¿ A qué obedecía el cambio en las rigurosas precauciones de la familia ? Al asomarme comprobé que la estancia se hallaba desierta . Y alzando la voz traté de advertirles de mi presencia . Nadie respondió . Repetí el saludo con idéntico fruto . Y temeroso de abusar de la hospitalidad de mis amigos rechacé el inicial impulso de adentrarme en la vivienda . Retrocedí algunos pasos , inspeccionando la solitaria calle . La ausencia de vecinos en las inmediaciones se me antojó igualmente anormal . ¿ Qué había sucedido ? Y sobrecogido aún por las enigmáticas y nada tranquilizadoras palabras de la víbora me ví asaltado por un torbellino de cábalas . Pero , cuando me disponía a llamar a la puerta contigua , domicilio de Jacobo , una voz me reclamó desde la terraza . Respiré aliviado . Era Santiago . Y haciéndome una señal me indicó que esperase . Al poco aparecia por el hueco del taller . Me invitó a pasar y , cerrando la puerta , se dedicó a dar cortos paseos por la habitación . En un primer momento lo atribuí a la lógica falta de sueño . Las ojeras y los ojos enrojecidos no podían tener otra explicación . Era corecto , en parte .
- ¿ Qué ocurre ?
Y el galileo , advirtiendo mi ansiedad , fue directamente al problema que amordazaba su ánimo .
- Juan...
- Ha aparecido - me atreví a insinuar , demostrando mi alegría .
- Ése es el asunto - replicó casi sin voz -, que sigue sin dar señales de vida . Esta mañana , uno de los burreros que transportaba el lino desde Séforis me ha comunicado que nadie le ha visto en la ciudad .
- Entonces ...
- Anoche , al regresar junto a mi familia - completó la explicación -, uno de los criados del saduceo , fiel a las enseñanzas de mi Hermano , se presentó de nuevo en la casa , confirmando su primera información : El Zebedeo había solicitado una entrevista con esa víbora . Ismael cambió algunas palabras con él . Ahí desparece su rastro . Jasón : ese inconsciente de Juan tiene que estar aún en la casa ...
- No lo creo . Mejor dicho - me apresuré a rectificar ante la atónita mirada de mi interlocutor -, creo que no es posible ...
- ¿ Por qué ?
- Acabo de salir de la madriguera de ese reptil y , según he apreciado , el Zebedeo no está en la mansión.
Autor : J.J.Benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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