Tras una segunda y obligada ablución tomé asiento frente a un humeante lebrillo . Y mi compañero de excusado hizo lo propio , frotándose las manos de satisfacción . Y no percibiendo la menor sombra de preocupación en su rostro por lo que acababa de ocurrir en el exterior , me dispuse a dar buena cuenta del estofado de verduras que había situado Miriam en el centro de la roca . Santiago bendijo la cena y , en contra de lo acostumbrado por los rigoristas de la ley , las mujeres se acomodaron a nuestro lado , compartiendo el excelente guisote , en el que descubrí ajo , cebolla , lentejas , puerros , alcaparras y algunas olorosas y pellizcantes hojas de hiebabuena y de jeezer ( una de las variantes de romero silvestre ). Ruth , solícita , fue repartiendo los cubiertos : unas exageradas cucharas - casi cucharones - de madera de pino . Al recibir la mía , la Señora , atenta a mis movimientos , percatándose de mi curiosidad , vino a adivinar lo que estaba pensando :
- En efecto , Jasón ..., obra de mi Hijo .
Un temblor me traicionó y a punto estuve de dejar caer la oscura y ajada cuchara .
María sonrió divertida . Y dirigiéndose a Jacobo sacó a la superficie el olvidado asunto de Rebeca .
- De eso quien más sabe es Miríam ...
Hecho un lío intenté introducir el cubierto en el lebrillo . De acuerdo a las normas de urbanidad de aquellas gentes tuve que esperar mi turno . Cuando se trataba de un recipiente común , así lo exigían los buenos modales . Coincidir con otro comensal a la hora de meter la cuchara era una grosería y hasta señal de mal augurio . Y la familia , testigo de mi inicial torpeza , rompió a reir , contagiándome su alegría . Y las risas saltaron en cascada cuando , de improviso , el guisado , al atravesarse en la garganta de Jacobo , fue catapultado como lluvia de perdigones sobre los comensales . El inocente y pueril alborozo terminó de descongestionar los cargados humores , favoreciéndome en extremo . Y Miriam , ansiosa por destapar el misterioso tema de Rebeca , no se hizo de rogar .
¿ Por dónde empiezo ? - interrogó a su madre .
- Por lo guapo que era - intervino Ruth con los ojos saturados de luz .
Y la Señora , moviendo la cabeza en señal de desaprobación , me rogó que disculpara a la impulsiva pelirroja .
-... Tienes razón , mamá Maria - aprobó Miriam.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
- En efecto , Jasón ..., obra de mi Hijo .
Un temblor me traicionó y a punto estuve de dejar caer la oscura y ajada cuchara .
María sonrió divertida . Y dirigiéndose a Jacobo sacó a la superficie el olvidado asunto de Rebeca .
- De eso quien más sabe es Miríam ...
Hecho un lío intenté introducir el cubierto en el lebrillo . De acuerdo a las normas de urbanidad de aquellas gentes tuve que esperar mi turno . Cuando se trataba de un recipiente común , así lo exigían los buenos modales . Coincidir con otro comensal a la hora de meter la cuchara era una grosería y hasta señal de mal augurio . Y la familia , testigo de mi inicial torpeza , rompió a reir , contagiándome su alegría . Y las risas saltaron en cascada cuando , de improviso , el guisado , al atravesarse en la garganta de Jacobo , fue catapultado como lluvia de perdigones sobre los comensales . El inocente y pueril alborozo terminó de descongestionar los cargados humores , favoreciéndome en extremo . Y Miriam , ansiosa por destapar el misterioso tema de Rebeca , no se hizo de rogar .
¿ Por dónde empiezo ? - interrogó a su madre .
- Por lo guapo que era - intervino Ruth con los ojos saturados de luz .
Y la Señora , moviendo la cabeza en señal de desaprobación , me rogó que disculpara a la impulsiva pelirroja .
-... Tienes razón , mamá Maria - aprobó Miriam.
Autor : J.J.benitez
Un abrazo
Antonio Martinez
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